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((**Es4.199**) Sin embargo, no podía decirse que era fácil el manejo de los tesoros que la Divina Providencia ponía en sus manos, porque en esta administración debía servirse necesariamente del trabajo ajeno. Era prudente al organizar cualquier plan, cuidaba mucho la elección de las personas, era minucioso en los detalles para que se ahorrase todo lo posible, exacto al pedir se examinasen los contratos, pero al mismo tiempo no era desconfiado. Elegida una ((**It4.252**)) persona con fama de honrada, se comportaba como el sacerdote Yehoyadá en tiempos del rey Joás cuando la restauración del templo. <>1. Sin embargo él, con su corazón abierto, era incapaz de una trampa. Creía que los demás tenían el mismo amor que él a la justicia que empleaba en todo contrato; y, desconocedor de las tramas usadas por la gente del mundo, le engañaron muchas veces en sus negocios, al hacer sus cálculos preventivos que, luego, vio elevarse a cantidades mucho más altas. En ocasiones, especialmente al principio, los proveedores le engañaron de diversos modos; otras veces, obligado por circunstancias imperiosas, se encontró con personas poco delicadas, que le obligaron a vender por poco lo que valía mucho y a comprar por mucho lo que valía poco. No le faltaron fraudes y hurtos, puesto que don Bosco no podía estar a la vista de todo. Y esto no debe maravillarnos. >>No había confiado Jesús la bolsa de las limosnas a un Judas? Al multiplicarse las obras buscó personas de su Instituto que le ayudasen en las diversas necesidades, y finalmente encontró hombres, honrados a carta cabal, pero no todos, ni siempre expertos en los negocios, ni aptos para ciertas operaciones comerciales, y desprovistos a menudo del dinero indispensable, porque don Bosco tenía la caja vacía. Hay que añadir que las deudas del Oratorio sumaban a menudo enormes cantidades. Sin embargo, don Bosco, que caminaba casi siempre al borde de la quiebra, supo hacer frente ((**It4.253**))a todos sus compromisos; sus acreedores jamás perdieron un céntimo; levantó continuamente edificios; y nunca faltó nada a sus muchachos que aumentaban en número constantemente. Para que las fábricas de Francia, de Austria, de Inglaterra, enviaran a sus casas mercancías, bastaba la garantía de su nombre; se le concedieron muchos empréstitos sin más prenda 1 II Reyes, XII, 16. (**Es4.199**))
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