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a sus ordenanzas y respondía:
-Pero si estoy bien: yo no necesito tantos
cuidados. Y se ponía a hablar de temas médicos, en
forma que los doctores decían que cuando se
encontraban con don Bosco, tenían que sufrir un
examen.
((**It4.219**)) En las
enfermedades declaradas nunca se ponía en manos de
los médicos, a no ser obligado por los suyos; y
sólo entonces se sometía a sus prescripciones,
pero se manifestaba indiferente a la mejoría o al
empeoramiento. De todos modos, si por razón de
caridad o de religión se veía obligado a un
trabajo o a un viaje, se aventuraba valerosamente,
aún en contra del parecer de los doctores,
dispuesto a perder la vida por la Iglesia y por
las almas.
Hemos traído a estas páginas los testimonios de
algunos de nuestros hermanos, anticipando en
varios años la aparición en la escena de nuestros
sucesos. Pero era necesario que los lectores
tuvieran ante sí, en cada uno de los instantes y
circunstancias que expondremos, la vida
constantemente mortificada de nuestro admirable
fundador.
(**Es4.174**))
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