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((**Es4.161**) Intentaba pasear un poco para distraerse. Mas, al no poder tenerse en pie, llamaba a la madre. ->>Necesitas algo?, preguntábale Margarita asomándose a la puerta. -Me siento débil; me da vueltas la cabeza; me encuentro algo mal. ->>Dónde has comido hoy? ((**It4.201**)) -íCuriosa pregunta! íEn casa! >>Ya se ha olvidado usted? -íAh!, en casa ciertamente que no; doy fe de ello. ->>Entonces? -Entonces no has comido: al mediodía no estuviste en casa y hasta las dos tuve la sopa al fuego. Creí que habías comido en otra parte. -Ahora entiendo por qué me encuentro tan débil. Y mamá Margarita iba riendo a arrimar el puchero al fuego. Nos contaba don Félix Reviglio que, siendo ya párroco en Turín, entró un día en el Oratorio mientras don Bosco estaba comiendo, él solo, hacia las cinco de la tarde, después de haber trabajado muchas horas en el escritorio. Tenía ante sí una escudilla de estaño, comía habichuelas secas sin condimento alguno, y toda su comida se redujo a tan poca cosa, que el mismo Reviglio sintió una opresión de corazón. Por la noche acostumbraba tomar algo menos que al mediodía, enseñando con el ejemplo lo que recomendaba a sus muchachos, esto es, no llenar del todo el buche en la cena. Sucedíale a menudo que cenaba muy tarde, particularmente los sábados, las vigilias de las fiestas y con ocasión del ejercicio de la buena muerte. Mientras vivió su madre, al menos estaba caliente el alimento, y alguna rara vez, un poco más sustancioso que de costumbre. Un día, contaba el teólogo Ascanio Savio, como viera Margarita al hijo tan sin fuerzas, le preparó una sopa en la que echó un huevo. Pero él considerando que también yo estaba muy cansado, la partió conmigo. Cuando faltó la madre, el cocinero no siempre previsor, ponía aparte para él una sopa, cocida hacía casi cuatro horas, y don Bosco se conformaba con ella, hecha ya una pasta y, a lo mejor, demasiado salada. El plato de hierbas fritas, de verdura hervida, era tan poco apetitoso, como para dejarlo. Aún recordamos cómo él, satisfecho y sin pedir otra cosa, ((**It4.202**)) rompía la costra de aquella pasta que se había formado al calor del horno; empezaba a extraer debajo de aquella corteza y después comía también ésta, aunque estuviera fría (**Es4.161**))
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