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bebiese al menos para darle gusto, tomaba
solamente un sorbo, pretextando que le hacía
sudar. Narraba Juan Bisio que nunca le había visto
tomar un refresco, y que un día caluroso de verano
le presentaron una bebida con trocitos de hielo y
limón y él la rechazó con gracia diciendo:
-íTómatelo tú!
Nunca tuvo en su habitación vinos, jarabes ni
licores; si se los regalaban, los enviaba a la
despensa general, a la enfermería para los
enfermos o los guardaba para regalarlos, a su vez,
a los bienhechores. De cuando en cuando
recomendaba a los alumnos jóvenes, a los clérigos
y a los sacerdotes que no guardaran bebidas,
frecuentemente peligrosas; no se cansaba de
repetir esta recomendación y hasta castigaba a los
transgresores. Cuando era huésped en alguna casa y
le ofrecían vino, lo rechazaba graciosamente con
la excusa de que podía subírsele a la cabeza.
Tenía suprimida la merienda con vino, fruta u
otros comestibles y decía que venter pinguis non
gignit mentem tenuem. (El vientre hinchado no
engendra una mente perspicaz). Nunca hizo una
refección entre comida y comida, ni en su casa ni
en la ajena, ni siquiera cuando era invitado, lo
mismo que fuera solo que con sus muchachos. En
esas ocasiones, si estaba solo, y la invitación
era un caso extraordinario, se conformaba con
entretenerse en útiles conversaciones con las
personas de casa. Si le acompañaban sus muchachos,
se daba prisa para que les sirvieran a su gusto y
el del que invitaba, de acuerdo con las
circunstancias; pero él no tomaba nada, diciendo
que tenía que preocuparse de ellos. ((**It4.199**)) A lo
sumo se limitaba a un vasito de vino aguado para
condescender, de algún modo, con las cortesías de
los demás. <>.
Nunca hablaba de comidas ni bebidas, y con su
ejemplo y su consejo apartaba también a los
jóvenes de semejantes conversaciones y deseos.
Asistía con el mismo ánimo a un banquete, al que
se sentía obligado a asistir, que a una sencilla
comida del Oratorio. Todos veían que comía por
necesidad. No aparecía en él la menor sombra de
inmortificación, ni de avidez. Quien se sentó a su
lado durante muchos años, puede atestiguar que
comía como distraído, ocupado siempre en otras
cosas, sin distinguir entre alimento y alimento.
Sucedió que, habiéndole preguntado durante la
comida, si ya
(**Es4.159**))
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