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A pesar de todo ícosa increíble! en los
primeros lustros del Oratorio, narra don Juan
Turchi, decían algunos en Turín que don Bosco era
pobre de palabra, pero que en casa se permitía un
trato señorial. Peor aún, hubo quien se atrevió a
decir, y no sin mala intención:
-Don Bosco trata mal a sus muchachos, pero él
bien que zampa.
Hubo quien quiso conocer las esplendideces de
don Bosco. El abate Stellardi había sido convidado
con otros varios señores ((**It4.193**)) a comer
por el conde de Agliano, cuando he aquí que cayó
la conversación sobre don Bosco. Decía al Abate
que las comidas de don Bosco eran como corresponde
a persona que maneja mucho dinero. Entre los
convidados, unos opinaban que sí y otros que no.
Decían algunos que don Bosco comía
paupérrimamente; otros, en cambio, que su mesa era
opípara. Para poner término a la cuestión se
ofreció el Abate a presentarse inesperadamente
ante don Bosco, cuando éste se sentara a comer. Y
en efecto, compareció un día en el Oratorio, poco
antes del mediodía, so pretexto de que iba a
pedirle unos informes; y después de haberse
entretenido un rato con don Bosco, le dijo, que se
vería muy honrado si le invitaba a comer en su
compañía, ya que sus asuntos no le permitían
volver a Superga.
-Con mucho gusto, respondió don Bosco; pero
antes, permita que avise a mi madre del honor que
nos hace, porque nosotros no tenemos de repente
con qué tratar a usted como se merece, ni comidas
como las que usted acostumbra a ver sobre su mesa.
-No; déme este gusto; no avise nada a la
cocina. Me bastará su comida ordinaria.
Después de un poco de insistencia, por una y
otra parte, fueron a comer. Don Bosco,
dirigiéndose a mamá Margarita le dijo:
-Mire, tenemos con nosotros al abate Stellardi.
-Podías haberme avisado antes; ahora no tengo
nada preparado, dijo Margarita.
-Pero es que él no quiere nada más que nuestra
comida, exclamó don Bosco sonriendo.
-Sí, sí, añadió el Abate, me conformo con comer
lo mismo que don Bosco.
-íAsí sea!, replicó mamá Margarita, que puso la
mesa enseguida.
La sopa era de arroz con castañas y harina de
maíz. Don Bosco comió con buen apetito, pero el
Abate probó media cucharada y, torciendo el rostro
hacia otra ((**It4.194**)) parte,
no pudo tragarla y dijo:
-Bueno, bueno, comeré el otro plato.
Como primer plato llegó un pedazo de merluza
cocida con un
(**Es4.155**))
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