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CAPITULO XVI
DON BOSCO ASISTE A LOS ENFERMOS Y MORIBUNDOS -
ADMIRABLE CONVERSION DE UN ATEO - OTRA CONVERSION
DE UN SECTARIO - UN MOLESTO ENCUENTRO CON LAS
SECTAS
LAS amables virtudes de Margarita, copiadas y
perfeccionadas por el hijo hasta el heroísmo,
inspiraban a la gente, en todas sus angustias, una
ilimitada confianza en don Bosco. Particularmente,
su caridad con los enfermos y moribundos era tan
conocida en Turín que, frecuentemente, no sólo los
muchachos externos del Oratorio, sino los enfermos
de los hospitales y de la ciudad le mandaban
llamar para confiarle los secretos de su alma. Era
apreciadísimo por las familias, porque sabía
consolar a sus seres queridos y, de forma
delicada, animarles a recibir el santo Viático
fácilmente y sin asustarse. Con su viva fe se
apresuraba a que se les administrase la
extremaunción y la bendición papal, de forma que
morían confortados con la esperanza cristiana. No
era raro, atestigua don Miguel Rúa, que el Señor
recompensara su fe y solicitud, otorgando la salud
corporal a los enfermos por él atendidos, apenas
recibían los santos óleos.
Era también admirable cómo sabía disipar las
angustias de ciertas almas piadosas, que, al
llegar al último extremo, ((**It4.156**)) tenían
un gran miedo a las penas de purgatorio. Sabía
hablarles tan bien de los méritos que se ganan con
las indulgencias, de las penas que se descuentan
sufriendo resignadamente los dolores de la
enfermedad, de la ofrenda generosa a Dios de la
propia vida, de la perfecta caridad que limpia
toda mancha, que llenaba el ánimo de confianza
consoladora en la misericordia de Dios. Les añadía
que se celebrarían muchas misas de sufragio y que
él mismo rezaría por ellos. Y cuando alguno no se
rendía a razones, él llevado de su caridad, le
aseguraba, para tranquilizarle y animarle, que él
mismo tomaba sobre sí, al menos una parte de la
expiación que él debía rendir en el otro
(**Es4.128**))
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