((**Es4.125**)
Pero aquellas telas estaban siempre tan pulcras
que agradaban a todo el que trataba con ella.
Con el andar del tiempo, y después de varios
años de llevar el mismo vestido, aunque sin
manchas, resultaba que éste se veía desteñido y
remendado. Un día le dijo don Bosco:
-Mamá, por favor, cámbiese de vestido. íHace ya
tantos años que lleva el mismo encima!
-íQué gracia! >>Y no te parece que todavía me
va bien este vestido?
->>Bien? Le aseguro que no es ni decente. Viene
a usted el conde Giriodi y la marquesa Fassati, y
ciertamente no conviene que los reciba con ese
vestido. Ni los barrenderos de la calle van peor
vestidos que usted.
((**It4.152**)) -Pero,
>>cómo quieres que haga para comprarme un vestido
cuando no tenemos nada?
-Es verdad, no tenemos nada; pero, antes que
verla hecha una lástima, dejaremos el vino y la
carne; y usted provéase.
-Cuando las cosas sean así, haremos este gasto.
->>Cuánto costará un vestido?
-íVeinte liras!
-Aquí las tiene.
Margarita tomó las veinte liras y se retiró a
sus labores. Pasó una semana, pasaron dos, pasó un
mes y Margarita siempre con el mismo vestido
encima. Hasta que finalmente don Bosco preguntó:
-Mamá, >>y el vestido nuevo?
-íAh! Es verdad. Pero >>cómo comprarlo, si no
tengo un céntimo?
->>Y las veinte liras?
-íAy, ya están gastadas! Compré sal, azúcar,
cebollas y otras cosas por el estilo. Vi, además,
a un pobre muchacho descalzo y tuve que comprarle
un par de zapatos. Con lo que me quedó compré unos
pantalones a fulano y una corbata a mengano.
-Bueno, ha hecho usted bien; pero no puedo
soportar el verla así: íva en ello mi honor!
-Me sabe mal: hay que remediarlo; pero, >>cómo
hacer?
-Pues bien; le daré otras veinte liras, pero
esta vez quiero que se cuide de usted misma.
-Lo haré, si así te place.
-Tenga las veinte liras; pero no olvide que
deseo verla vestida finalmente con más decoro.
-íTranquilo, tranquilo!
(**Es4.125**))
<Anterior: 4. 124><Siguiente: 4. 126>