Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es4.122**) Y, a la par, ponía de relieve a los muchachos los trabajos que ella llevaba a cabo y enumeraba los grandes servicios que le prestaba. Aprovechaba la ocasión para recordar a las madres que habían dejado en su casa, y les repetía las palabras de Tobías: <> 1. Don Bosco no perdía ocasión para honrarla. La afable sencillez de su madre aparecía constantemente hasta en los momentos más solemnes. El día de su santo caía en el mes de noviembre, y los muchachos lo celebraban cariñosamente; la víspera por la noche, les acompañaba don Bosco mismo para entregarle un ramillete de flores. La buena madre les recibía sonriendo, y escuchaba serena, sin hacer el menor movimiento, los discursos y poesías que le iban leyendo. Al terminar la lectura, respondía con pocas palabras: -íBien! Os agradezco todo, aunque yo no hago nada ((**It4.148**)) por vosotros. Es don Bosco quien lo hace todo. Sin embargo, agradezco vuestras felicitaciones y cumplidos, y mañana, si don Bosco lo permite, os daré un plato más. Resonaba entonces un frenético grito de íviva la mamá! y se disolvía la reunión. De las palabras de Margarita se deduce bien claro que ella no tenía más cuidado que el de levantar a su don Juan ante los ojos de los muchachos y tenerlo como única autoridad. Su humildad hacía que todos la quisiesen, y era, por tanto, venerada por cuantos la conocían, aún por aquéllos que se habían entretenido con ella sólo un momento en el Oratorio. Desde que llegó a Turín, apenas fue conocida por los vecinos del barrio, no se le llamó con otro nombre más que con el de mamá. Trataba con la misma dulzura y caridad a duques, marqueses y ricos banqueros que a sencillos zapateros remendones y limpiachimeneas. Muchos señores y señoras de la nobleza y los mismos obispos bienhechores insignes de la casa, al ir a visitar a don Bosco no dejaban nunca de asomarse a la puerta de Margarita y saludarla, lo mismo al entrar que al salir. Su sincera virtud, sus sencillos modales y su singular sensatez causaban la más viva complacencia. Cuando no encontraban a don Bosco en casa, o cuando estaba de visita con alguien, ellos se decidían a esperar entreteniéndose con mamá Margarita. Porque en aquellos tiempos no había sala de espera, y a aquellos señores, no atreviéndose a entrar para no causar molestia alguna, no 1 Tobías IV, 3. (**Es4.122**))
<Anterior: 4. 121><Siguiente: 4. 123>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com