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((**Es3.89**) fuga del ocio y de las malas compañías, la frecuencia de la confesión y de la sagrada comunión.-13. Las clases de catecismo se dividen de la manera siguiente: en el coro, los ya aprobados definitivamente para recibir la sagrada comunión y que han cumplido los quince años. (En las capillas de San Luis y de la Virgen, los aprobados definitivamente para la sagrada comunión: pero menores de quince años). Las demás clases estarán divididas por saber, por edad y, hasta los más pequeños. Para determinar la clases de los que, todavía no han sido aprobados para la Comunión, véase de no mezclar pequeños con mayores. Hágase, por ejemplo, una clase con los que son mayores de catorce años; otra con los de doce a catorce; otra con los de diez a doce. Ello contribuirá eficazmente a mantener el orden en las clases y a paliar el respeto humano, que tienen los mayores, puestos en medio de los pequeños.-14. El orden a guardar para enseñar la doctrina cristiana está señalado con números en las preguntas del Catecismo. Las señaladas con el número 1, hay que enseñarlas absolutamente a todos, pequeños y mayores. Las señaladas con el número 2, a los que se preparan para la Confirmación y para la primera Comunión; y las señaladas con el número 3 y 4, a quienes desean ser aprobados para todo el año. Las preguntas señaladas con los números 5 y 6 a los que desean aprobados para siempre.-15. El Catequista del coro, a lo sumo tiene muchachos admitidos ya para siempre a la sagrada Comunión; ((**It3.104**)) por tanto no exigirá el catecismo al pie de la letra, sino que, anunciada una pregunta, la expondrá con brevedad y claridad; y para mantener la atención, podrá exponer casos prácticos correspondientes a la materia de que se trata, pero jamás de cosas que no se adapten a la edad y a la condición del auditorio.-16. Cada Catequista presente siempre su rostro alegre y dé a entender, como así es, la importancia de lo que está enseñando; al corregir o avisar use siempre palabras alentadoras y no deprimentes. Alabe al que lo merezca y sea parco en reprender. Todos los encargados, libres a la hora del Catecismo, son considerados como catequistas, puesto que ellos están en mejor condición que otros para conocer la índole y el modo de comportarse con los muchachos. CAPITULO IX. El Secretario.-1. Incumbencia del Secretario es llevar nota de cuanto concierne al Oratorio en general y en particular.-2. Escribirá un cartel con el nombre, apellido y cargo de cada uno de los encargados y los colgará en la sacristía. Hará un inventario de todos los objetos destinados al uso de la iglesia (particularmente los destinados y regalados para un altar determinado). Para todo esto seguirá las órdenes del Prefecto.-3. Cuidará y rendirá cuenta, cuando sea necesario, de los libros, registros, y todo lo perteneciente a la Compañía de San Luis y a la Sociedad de Socorros Mutuos.-4. En armario a propósito guardará bajo llave toda la música del Oratorio y no la entregará más que al maestro de los cantores. No prestará nunca música para llevarla fuera del Oratorio.-5. A él está confiada también una pequeña Biblioteca de libros selectos para la juventud, que él podrá libremente prestar para leer allí mismo y también para llevárselos a sus casas respectivas; pero deberá anotar el nombre, apellido y domicilio de aquél a quien fue prestado; y esto para saber adónde ir a reclamar el libro prestado, si no ha sido devuelto al cabo de un mes. (Véanse las reglas del bibliotecario en la parte III).-6. Corresponde en primer lugar al Secretario velar para que no se pierda nada propiedad del Oratorio o se retire algún objeto sin que él haya tomado nota.-7. Los deberes del Secretario corresponden propiamente al Prefecto, por esto sólo en el caso de que él no pueda atenderlos, se confiarán a otro.(**Es3.89**))
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