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fuga del ocio y de las malas compañías, la
frecuencia de la confesión y de la sagrada
comunión.-13. Las clases de catecismo se dividen
de la manera siguiente: en el coro, los ya
aprobados definitivamente para recibir la sagrada
comunión y que han cumplido los quince años. (En
las capillas de San Luis y de la Virgen, los
aprobados definitivamente para la sagrada
comunión: pero menores de quince años). Las demás
clases estarán divididas por saber, por edad y,
hasta los más pequeños. Para determinar la clases
de los que, todavía no han sido aprobados para la
Comunión, véase de no mezclar pequeños con
mayores. Hágase, por ejemplo, una clase con los
que son mayores de catorce años; otra con los de
doce a catorce; otra con los de diez a doce. Ello
contribuirá eficazmente a mantener el orden en las
clases y a paliar el respeto humano, que tienen
los mayores, puestos en medio de los pequeños.-14.
El orden a guardar para enseñar la doctrina
cristiana está señalado con números en las
preguntas del Catecismo. Las señaladas con el
número 1, hay que enseñarlas absolutamente a
todos, pequeños y mayores. Las señaladas con el
número 2, a los que se preparan para la
Confirmación y para la primera Comunión; y las
señaladas con el número 3 y 4, a quienes desean
ser
aprobados para todo el año. Las preguntas
señaladas con los números 5 y 6 a los que desean
aprobados para siempre.-15. El Catequista del
coro, a lo sumo tiene muchachos admitidos ya para
siempre a la sagrada Comunión; ((**It3.104**)) por
tanto no exigirá el catecismo al pie de la letra,
sino que, anunciada una pregunta, la expondrá con
brevedad y claridad; y para mantener la atención,
podrá exponer casos prácticos correspondientes a
la materia de que se trata, pero jamás de cosas
que no se adapten a la edad
y a la condición del auditorio.-16. Cada
Catequista presente siempre su rostro alegre y dé
a entender, como así es, la importancia de lo que
está enseñando; al corregir o avisar use siempre
palabras alentadoras y no deprimentes. Alabe al
que lo merezca y sea parco en reprender. Todos los
encargados, libres a la hora del Catecismo, son
considerados como catequistas, puesto que ellos
están en mejor condición que otros para conocer la
índole y el modo de comportarse con los muchachos.
CAPITULO IX. El Secretario.-1. Incumbencia del
Secretario es llevar nota de cuanto concierne al
Oratorio en general y en particular.-2. Escribirá
un cartel con el nombre, apellido y cargo de cada
uno de los encargados y los colgará en la
sacristía. Hará un inventario de todos los objetos
destinados al uso de la iglesia (particularmente
los destinados y regalados para un altar
determinado). Para todo esto seguirá las órdenes
del Prefecto.-3. Cuidará y rendirá cuenta, cuando
sea necesario, de los
libros, registros, y todo lo perteneciente a la
Compañía de San Luis y a la Sociedad de Socorros
Mutuos.-4. En armario a propósito guardará bajo
llave toda la música del Oratorio y no la
entregará más que al maestro de los cantores. No
prestará nunca música para llevarla fuera del
Oratorio.-5. A él está confiada también una
pequeña Biblioteca de libros selectos para la
juventud, que él podrá libremente prestar para
leer allí mismo y también para llevárselos a sus
casas respectivas; pero deberá anotar el nombre,
apellido y domicilio de aquél a quien fue
prestado; y esto para saber adónde ir a reclamar
el libro prestado, si no ha sido devuelto al cabo
de un mes. (Véanse las reglas del bibliotecario en
la parte III).-6. Corresponde en primer lugar al
Secretario velar para que no se pierda nada
propiedad del Oratorio o se retire algún objeto
sin que él haya tomado nota.-7. Los deberes del
Secretario corresponden propiamente al Prefecto,
por esto sólo en el caso de que él no pueda
atenderlos, se confiarán a otro.(**Es3.89**))
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