((**Es3.69**)
Don Bosco pensaba: si logro entrar en Turín, ya
no tengo nada que temer. Replicó uno a la
invitación:
->>Paga usted?
-Claro que pago yo, pues soy yo quien convida.
-Bueno; vamos.
Y se encaminaron hacia la zona edificada,
hablando entre sí como antiguos conocidos. Cuando
llegaron frente a la iglesia de San Carlos les
dijo:
-Miren, señores, prometí pagarles un café y
mantengo mi palabra, lo pago; pero soy sacerdote y
lo quiero pagar como tal; entremos antes en esta
iglesia a rezar una avemaría.
-Usted busca disculpas para...
-No; no busco excusas, lo pago; pero antes
quiero que digamos una sola
avemaría.
-Y después sacará el rosario...
-He dicho sólo una avemaría.
-Bueno, vamos.
Entraron, se arrodillaron, y recitada la
oración, dijo don Bosco:
-Ahora vamos.
Entraron en el café, tomaron su tacita, pagó
don Bosco y al salir del establecimiento, don
Bosco les hizo otra invitación:
-Ya que he tenido el honor de conocer a los
señores, ahora deseo que vengan a mi casa a tomar
un refresco.
Aceptado. Les condujo don Bosco a Valdocco y,
como ya había empezado a tratarlos familiarmente,
les dijo:
-Díganme con toda confianza; >>cuánto tiempo
hace que no se han ((**It3.77**))
confesado? Y con la vida que llevan, >>qué sería
de ustedes, si la muerte les sorprendiera en ese
estado?
Se miraron el uno al otro a la cara y después a
don Bosco, que continuaba su sermoncito. Uno de
ellos exclamó finalmente:
-Si encontráramos un cura como usted..., sí que
iríamos a confesarnos, pero...
-Siendo así, aquí estoy yo.
-Pero ahora no estamos preparados.
-Yo les prepararé.
Y tomando a uno de la mano y llevándolo a un
reclinatorio le dijo:
-Aquí, aquí; menos rodeos con los amigos; y
mientras tanto, prepárense los otros tres, que yo
estoy aquí para todos.
Tres de ellos se confesaron con sentimiento de
verdadera compunción.(**Es3.69**))
<Anterior: 3. 68><Siguiente: 3. 70>