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((**Es3.66**)((**It3.72**)) CAPITULO VII DON BOSCO Y EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA - EL CONTINUO CONCURSO DE FIELES - TODA PALABRA DE DON BOSCO ES UNA CONTINUA INVITACION A SALVAR EL ALMA POR MEDIO DE LA CONFESION - ADMIRABLE FRANQUEZA EN PUERTA NUEVA, PLAZA DEL CASTILLO, PLAZA DE ARMAS Y OTROS SITIOS PARA CONDUCIR A DIOS A LOS PECADORES - LOS INQUILINOS DEL COBERTIZO VISCA - RICA MIES DE ALMAS ENTRE LOS COCHEROS DIJO Jesús a los apóstoles: <>.1 Y don Bosco estaba totalmente convencido de la dignidad y el mérito de la vocación. Eran habituales en él las santas aspiraciones que manifestaban su ardiente deseo de alcanzar la eterna bienaventuranza para él y, en cuanto le fuera posible, para todos los hombres. Había hecho suyas las palabras de San Juan Bautista de Rossi, apodado en Roma, el cazador de almas: <>. Por eso don Bosco predicaba, para después poder confesar; rezaba y hacía rezar ((**It3.73**)) por los pobres pecadores y ordenaba que los muchachos rezaran todos los días una Salve por su conversión. El tribunal de la penitencia fue para él un lugar de reposo y de satisfacción y no de fatiga. En efecto, nunca dejó de ejercer este sagrado ministerio, al que dedicaba dos y tres horas diarias y, en ocasiones especiales, hasta días enteros y alguna vez toda la noche. Ni siquiera durante su enfermedad dejó de confesar. Varias iglesias de Turín fueron campo para el ejercicio de su celo incansable. En sus frecuentes predicaciones por los pueblos y ciudades del Piamonte, arrastraba a las multitudes con la ciencia y la dulzura, la prudente perspicacia y los dones sobrenaturales que, en el decir de las gentes, le adornaban. Desde las primeras horas del día hasta avanzada la 1 Mateo IV, 19.(**Es3.66**))
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