((**Es3.56**)
salía de la barbería prometiendo que volvería otra
vez, pero a condición de que le afeitara aquel
muchacho y no otro.
De vez en cuando cambiaba de barbería y se
comportaba del mimo modo. Cuando entraba por
segunda vez en la misma barbería, empezaba a decir
alguna palabra sobre la vida eterna al muchacho
aprendiz y concluía:
->>Cuánto tiempo hace que no te confiesas?
El muchacho respondía con la verdad al que ya
tenía por amigo suyo y no dejaba muchas veces de
manifestarle el interior de su alma. Bastaban
pocas palabras para que don Bosco entendiese cómo
andaban las cosas y para invitarle a ir al
Oratorio al domingo siguiente para aprender allí
el catecismo y confesarse. A lo mejor el muchacho
respondía ((**It3.59**)) que iría
de buena gana, pero que el amo no se lo
permitiría; y entonces don Bosco se entendía con
el patrono, el cual, para no perder un cliente,
consentía en la demanda. A veces, cuando estaba
sola la barbería, don Bosco preguntaba al aprendiz
delante del propio maestro, con la intención de
llevar a Dios al maestro y al aprendiz.
Preguntábale, pues, si había cumplido con pascua,
si iba a misa los domingos y cosas semejantes. El
maestro, que dejaba de tomar parte en la
conversación, haciendo gala de virtudes,
protestaba: que él también deseaba que el muchacho
fuera un buen cristiano, que ésos eran sus
consejos, etc., etc. Don Bosco, a la par que
convencía al joven con sus maneras insinuantes y
obtenía la promesa de que iría al Oratorio, al
salir soltaba una miradita y una palabrita al
barbero y, a veces, lograba verlo después en el
Oratorio, arrodillado a sus pies.
De la misma manera se comportaba don Bosco en
cualquier otro establecimiento, donde encontrase
muchachos; y así tenía todos los días el mérito de
llevar las almas a Dios.(**Es3.56**))
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