Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es3.49**) ((**It3.49**)) La masa de gente que quedaba allí inmóvil un rato y, al ver que había desaparecido, preguntaba: ->>Dónde está, dónde está? Alguna buena mujer exclamaba: -Los ángeles se lo han llevado. En tanto la asamblea se dividía en pequeños grupos y los que no habían podido enterarse, se hacían contar lo que el cura había dicho. Y todos daban su aprobación, porque, en aquellos tiempos, la gente sencilla tenía una fe muy viva en el corazón. Era divertido escuchar los comentarios que hacían a la hora de separarse, sobre las palabras y modos originales de aquel sacerdote. A unos les parecía un santo; a otros un insensato. Muchos le conocían y daban al hecho su justo valor; otros le llamaban loco. Don Bosco echaba todo a buena parte, y estaba satisfecho de que aquella gente, que casi nunca iba a la iglesia, hubiera escuchado un sermón de esos que difícilmente se borran de la memoria. Solía decir: -El sacerdote, si quiere hacer mucho el bien, debe unir a su caridad una gran franqueza. Cuando después volvía don Bosco del centro de la ciudad, no sólo se repetía, de vez en cuando, el mismo espectáculo, sino que los muchachos, después de oírle un cuento gracioso, le acompañaban hasta su casa. No se cansaban de estar a su lado y de oírle hablar. A lo mejor entonaba una canción religiosa popular y todo un coro de voces se unía a la suya. Don Bosco renovaba la escena del divino Salvador, rodeado por las turbas y recorriendo los caminos de Galilea. Andaba despacio. Respondía a lo que le preguntaban, o bien tomaba él la palabra. Finalmente llegaban todos hasta la puerta de su casita. Desde el portal se volvía a los que le habían acompañado, los exhortaba a permanecer siempre fieles a la Iglesia Católica y a las verdades de la fe, e invitaba ((**It3.50**)) a los chiquillos a ir al catecismo e domingo próximo. Por fin, se retiraban con fuertes gritos de <<íViva don Bosco!>> Hemos escrito estas anécdotas al dictado de unos y de otros antiguos alumnos, que fueron testigos de las mismas. Semejantes espectáculos se renovaron a menudo hasta 1856. Algunos, sin embargo, prudentes según el mundo, mas sin experiencia de los caminos por los que el Señor conduce a sus siervos fieles, censuraban a don Bosco sin reparar en sus buenas intenciones. El señor Scanagatti, amigo del Oratorio y antiguo conocido de(**Es3.49**))
<Anterior: 3. 48><Siguiente: 3. 50>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com