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trasladó al Oratorio, y el jovencito Miguel Rúa,
seglar todavía, tomó parte en ellas con los
clérigos, y le oyó varias veces corregir
amablemente a quien se permitía bromear con las
palabras o sentencias de los libros sagrados.
-Nolite miscere sacra profanis (No queráis
mezclar lo sagrado con lo profano), exclamaba él
con una expresión de voz y de semblante, que
manifestaba su sufrimiento ante la irreverencia a
la palabra de Dios.
En el Oratorio, lo mismo que había hecho en el
Seminario, además de la geografía sagrada, trataba
de la geografía de las varias partes del mundo
relacionadas con la Historia Eclesiástica. La
conocía perfectamente y la manejaba con tal
habilidad, que sus conferencias dominicales sobre
la historia resultaran muy atrayentes. El joven
Marchisio y otros iban al Oratorio para escuchar
sus charlas sobre geografía universal. Fue
precisamente don Bosco quien aconsejó y empujó a
Marchisio a dibujar su famoso mapa de geografía
postal, primero del Piamonte y después de toda
Italia, que le ganó el puesto de Director de
Correos de Roma. El mismo se lo corrigió a medida
que progresaba el trabajo. Monseñor Miotti, obispo
de Parma, decía a don Juan Bautista Francesia en
1890: <>.
La virtud, la ciencia y los trabajos de don
Bosco le habían ganado el afecto de aquellos
buenos ((**It3.620**))
aspirantes al sacerdocio. Preguntaba un día uno de
ellos qué podría hacer para darle el mayor de los
gustos, y don Bosco respondió:
-Ayúdame a salvar muchas almas y antes la tuya.
Muchas veces repitió estas mismas palabras a
otros seminaristas que le hacían tan afectuosa
pregunta. Así que varios de ellos, agradecidos, se
convirtieron en sus mejores ayudantes para asistir
y catequizar a los muchachos del Oratorio festivo
con provecho espiritual para ellos y para los
demás. Su ejemplo, en efecto, inspiró a bastantes
el deseo de vestir la sotana, como en su lugar
diremos. Pero don Bosco no podía servirse mucho de
éstos para la asistencia del internado y de las
escuelas
nocturnas y apenas si se prestaban alguna vez los
domingos para ir a Vanchiglia o a Puerta Nueva.
Sus aspiraciones eran muy distintas de los
proyectos de don Bosco, y no pensaban más que en
sus estudios. Por esto don Bosco, con admirable
constancia,
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