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((**Es3.474**) trasladó al Oratorio, y el jovencito Miguel Rúa, seglar todavía, tomó parte en ellas con los clérigos, y le oyó varias veces corregir amablemente a quien se permitía bromear con las palabras o sentencias de los libros sagrados. -Nolite miscere sacra profanis (No queráis mezclar lo sagrado con lo profano), exclamaba él con una expresión de voz y de semblante, que manifestaba su sufrimiento ante la irreverencia a la palabra de Dios. En el Oratorio, lo mismo que había hecho en el Seminario, además de la geografía sagrada, trataba de la geografía de las varias partes del mundo relacionadas con la Historia Eclesiástica. La conocía perfectamente y la manejaba con tal habilidad, que sus conferencias dominicales sobre la historia resultaran muy atrayentes. El joven Marchisio y otros iban al Oratorio para escuchar sus charlas sobre geografía universal. Fue precisamente don Bosco quien aconsejó y empujó a Marchisio a dibujar su famoso mapa de geografía postal, primero del Piamonte y después de toda Italia, que le ganó el puesto de Director de Correos de Roma. El mismo se lo corrigió a medida que progresaba el trabajo. Monseñor Miotti, obispo de Parma, decía a don Juan Bautista Francesia en 1890: <>. La virtud, la ciencia y los trabajos de don Bosco le habían ganado el afecto de aquellos buenos ((**It3.620**)) aspirantes al sacerdocio. Preguntaba un día uno de ellos qué podría hacer para darle el mayor de los gustos, y don Bosco respondió: -Ayúdame a salvar muchas almas y antes la tuya. Muchas veces repitió estas mismas palabras a otros seminaristas que le hacían tan afectuosa pregunta. Así que varios de ellos, agradecidos, se convirtieron en sus mejores ayudantes para asistir y catequizar a los muchachos del Oratorio festivo con provecho espiritual para ellos y para los demás. Su ejemplo, en efecto, inspiró a bastantes el deseo de vestir la sotana, como en su lugar diremos. Pero don Bosco no podía servirse mucho de éstos para la asistencia del internado y de las escuelas nocturnas y apenas si se prestaban alguna vez los domingos para ir a Vanchiglia o a Puerta Nueva. Sus aspiraciones eran muy distintas de los proyectos de don Bosco, y no pensaban más que en sus estudios. Por esto don Bosco, con admirable constancia, (**Es3.474**))
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