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la iglesia de Santo Domingo, le asaltaban los
vendedores de cerillas, aturdiéndole con sus
voces:
-íFósforos de cera!, íse los doy a prueba!
íCómpreme a mí... que aún no he podido vender
nada... déme a ganar algo para poder comprar el
desayuno!
Pedíales don Bosco no vocearan de aquel modo,
iba hablando con uno y con otro y empleaba casi
media hora para recorrer el corto espacio de
calle. De pronto, se volvía a la pandilla y les
decía:
-íBueno! Esta vez quiero que todos ganéis algo,
pero con una condición: íque el domingo vengáis
todos al Oratorio!
Ellos lo prometían y don Bosco compraba una
cajita a cada uno diciendo a sus nuevos amigos:
-También yo voy a colgarme una caja al cuello y
vendré a Puerta Palacio con vosotros a vender
cerillas.
Todos se reían y agradecían satisfechos a don
Bosco las dos perrillas recibidas; y don Bosco
volvía a casa con las faltriqueras llenas de
cajitas de fósforos, que algunos buenos señores le
compraban después para él para su uso propio.
Muchas veces, daba a aquellos granujillas
medallas de la Virgen, que ellos mismos le habían
pedido insistentemente, y mientras alargaban la
mano, don Bosco repetía:
-Ponéosla al cuello... acordaros que la Virgen
os quiere mucho y pedidle de corazón que os ayude.
Imposible decir el cariño que tenían a don
Bosco aquellos muchachos y las graciosas escenas a
que daban lugar. Cada vez que debía atravesar la
plaza de ((**It3.47**)) Milán,
no podía proseguir el camino sin pararse. Apenas
aparecía, corrían a su encuentro los primeros
chiquillos que le veían, iban llegando poco a poco
unos tras otros, hasta que se corría la voz, y
dejaban todos sus puestos para acudir a su
alrededor y saludarle. Entonces don Bosco les
decía:
->>Queréis que os cuente un cuento de risa?
-Sí, sí, cuéntelo; gritaban los muchachos.
El corro numeroso de chicos atraía la
curiosidad de las mujerucas que vendían frutas y
legumbres, las cuales se unían también al corro.
Los soldados, los mozos de cuerda y mucha otra
gente se sumaban a la reunión.
->>Qué pasa?, preguntaban los últimos en
llegar.
-No lo sé; yo me he parado al ver tanta
gente,respondía el de al lado.(**Es3.47**))
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