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1.§ Recordad, jóvenes, que formáis las
delicias del Señor. Bienaventurado el hijo que
desde niño empieza a guardar la ley del Señor.
2.§ Dios merece ser amado porque nos ha
creado, nos ha redimido, nos ha dispensado y nos
dispensa innumerables beneficios y tiene preparado
un premio eterno para quien guarda su ley.
3.§ La caridad es lo que distingue a los hijos
de Dios de los hijos del demonio y del mundo.
4.§ El que da un buen consejo a su amigo hace
un gran acto de caridad.
5.§ Obedeced a vuestros superiores, conforme
el mandamiento de Dios, y todo os saldrá bien.
6.§ El que quiere vivir como un buen católico
debe separarse de los que hablan mal de la
religión, de sus ministros y especialmente del
Papa, padre de todos los católicos. Porque siempre
se dice que es un mal hijo quien habla mal de su
padre.
7.§ No leáis libros y periódicos malos y
procurad leer los buenos.
8.§ Las costumbres que se toman en la juventud
duran generalmente toda la vida: si son buenas,
nos conducen a la virtud y nos dan certeza moral
de salvación. Por el contrario, íay de nosotros si
nos acostumbramos a las malas!
9.§ Lo que suele apartar a un joven de la
virtud son los malos compañeros, el exceso en la
bebida, la afición al juego, la costumbre de
fumar.
10.§ Se entiende que son malos compañeros: 1.§
Los que hablan de cosas deshonestas o hacen cosas
contrarias a la virtud de la modestia;
2.§ los que hablan despectivamente de la ((**It3.608**))
religión; 3.§ los que os apartan de las funciones
de iglesia u os invitan a no cumplir vuestro
deber.
11.§ El exceso en la bebida debilita las
energías del cuerpo, hace aburrida la devoción,
pone en la ocasión de frecuentar lugares
peligrosos.
12.§ La afición al juego os conduce a las
peleas, a la blasfemia, a la transgresión de
vuestros deberes y a la profanación de los días
festivos.
13.§ El fumar y el masticar tabaco estropea la
dentadura, debilita las fuerzas de la juventud y
conduce al trato de compañeros viciosos.
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