((**Es3.426**)
Estas eran las nuevas que el teólogo Borel
comunicaba a don Bosco al responder a su carta, a
la par que le daba cuenta de lo que se hacía en el
Oratorio. Se excusaba de no poder trasladarse a
Morialdo, por tener que ayudar a los canónigos de
la Santísima Trinidad a recoger firmas del clero
para una instancia razonada a las autoridades
civiles, pidiendo se levantara al Arzobispo la
prohibición injusta, tan perjudicial para la
diócesis.
Don Bosco escribió entonces al teólogo Borel
una cartita en estos términos:
Queridísimo señor Teólogo:
Aplaudo con toda mi alma la proyectada
solicitud, en la que también yo quiero estampar mi
firma; pero, por un día no creo que vaya a
retardar el trabajo, pues, si vienen los otros
sacerdotes y falta V.S. la reunión será poco
provechosa. Me alegro de que el Oratorio marche
bien y espero que el Señor nos seguirá
bendiciendo. Dígale solamente al teólogo Vola que
sea más breve en sus pláticas; si no, el Oratorio
de la mañana disminuye. Muchos saludos a los
amigos de siempre, y me crea como de todo
corazón me profeso.
Morialdo, 25 de septiembre de 1849
Afmo. amigo
BOSCO, pbro.
Mientras tanto, don Bosco no interrumpió sus
clases, desde el día qeu llegó a I Becchi. Para
él, descanso no significaba ocio. Los alumnos
aprendían ((**It3.554**)) casi
sin darse cuenta, siguiendo la viva voz del
maestro. Durante el desayuno, en la comida y en la
cena el tema de la conversación normalmente no
variaba. Entre bocado y bocado declinación va y
conjugación viene. Los llevaba a las aldeas
vecinas, o a las viñas donde se vendimiaba, pero
no olvidaba las lecciones. Solamente con tan tenaz
sacrificio y dulce energía, pudo preparar a sus
alumnos para examinarse de gramática al final de
octubre.
El once de agosto de 1889, se descubría una
lápida colocada en I Becchi en la casa donde nació
don Bosco. Don Félix Reviglio concluía su
magnífico discurso con estas palabras.
<(**Es3.426**))
<Anterior: 3. 425><Siguiente: 3. 427>