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e insultos llegaron a tal punto que, en el
paroxismo de su furor, se abalanzó el mayor sobre
el menor y lo atravesó con un cuchillo. El muerto,
soltero, tenía dieciocho años: el asesino, de
veinticuatro, es padre de familia. íMalditos
altercados! Otro caso, también raro, fue el de un
hombre encontrado muerto en un bosque, poco
distante de aquí, y ya medio corrupto. Era de
Chieri, y dicen que tenía algo perturbada la
razón.
El lunes y el martes me encontré bastante mal
de salud. Ayer y hoy me siento mucho mejor; espero
una gran mejoría de un día a otro.
Me parece será muy provechosa la reunión que
hemos planeado, esto es, que usted con el teólogo
Carpano y el teólogo Vola ((**It3.552**)) vengan
de paseo hasta aquí. El itinerario es Valdichiesa,
Croce grande, Morialdo, y casa de don Bosco.
Aquí todos están bien; solamente Gastini sigue
con fiebres.
Yo, mi madre y todos los chicos saludan a
usted, al señor don Sebastián Pacchiotti, T.
Bosio, don Vola... Creáme siempre, tal como de
todo corazón me profeso ante el Señor, suyo.
Castelnuovo de Asti, 20 de septiembre
de 1849
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, jefe de los
biricchini (pilluelos)
P.S. Puede encomendar los juegos a Agustín, a
quien considero capaz de atenderlos, especialmente
si se une a Arnaud.
Mientras don Bosco estaba en Castelnuovo, se
sentía cada vez más la necesidad de que volviera a
Turín el Arzobispo, ya tanto tiempo ausente. Los
canónigos de la catedral habían pedido al Gobierno
que lo reclamase y protegiese. El caballero
Eduardo de La Mármora, amigo de don Bosco y que
frecuentaba el Oratorio de Valdocco, preparaba
para este fin una solicitud al Ministerio del
Interior, firmada por 10.154 seglares. Pero el
Gobierno, desde los primeros tiempos del
Ministerio Gioberti, había decidido privar, a toda
costa, a monseñor Fransoni de su diócesis; y el
periodismo impío e inmoral seguía vomitando
calumnias e insultos contra él. Pese a ello,
cuando el impertérrito prelado supo el movimiento
de los feligreses en su favor, entró en Saboya y
ordenó le prepararan su quinta de Pianezza, donde
contaba ((**It3.553**)) fijar
su residencia. Pero, al enterarse el Gobierno,
quiso que le escribiera monseñor Charvaz,
comunicándole que el Rey no veía bien su vuelta a
la diócesis. Y el Arzobispo se quedó en el palacio
episcopal de Chambery.
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