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una asociación editora y difusora de buenos libros
y combatir de este modo las máximas propagadas por
el periodismo irreligioso contra la fe, la
autoridad de la Iglesia y las buenas costumbres. A
partir de entonces comenzó don Bosco a pensar en
las Lecturas Católicas y a tratar después de ello
con monseñor Moreno en sus frecuentes visitas a
Ivrea, o cuando le recibía en el Oratorio.
Añadiremos todavía que don Bosco tenía
verdaderos motivos para dar gracias al Señor, por
haber logrado, gracias a su prudencia, pasar
incólume en medio de tantas pasiones políticas y
religiosas, sin pactar jamás ((**It3.542**)) con el
error o comprometer su carácter sacerdotal. Su
caridad con los hombres de todo partido le hacía
ser bien visto por cuantos no estaban cegados por
la impiedad. Vuelta Venecia al poder de los
austríacos el 24 de agosto, después de unos meses
de valerosa resistencia, algunas familias de los
prófugos y desterrados encontraron en él un
corazón que supo compadecerles y socorrerles. Por
esto gozaba en Turín de la simpatía y también de
la protección de muchísimos liberales. Prueba de
ello es un artículo del Diario de la Sociedad de
Instrucción y Educación año I, fascículos 13 y 14,
julio de 1849. Turín, formado por el profesor de
la Universidad Real, Casimiro Danna que pertenecía
al partido en el poder. Después de exponer todo lo
que se había hecho en favor de las escuelas
públicas, continuaba:
<<... Mientras Racheli difunde el espíritu
educativo en favor de las clases que pueden enviar
sus hijos a la escuela, hay otro no menos generoso
que piensa en los hijos de los que, o son tan
míseros que no pueden, o están tan embrutecidos
por la ignorancia que olvidan dar el más mínimo
barniz de instrucción, el menor sentimiento a su
prole, que se arrastra por el fango -último
eslabón de la cadena social-. Me refiero a la
escuela dominical de don Bosco, sacerdote que no
puedo nombrar sin sentirme invadido de la más
sincera y profunda veneración. Más allá de Puerta
Susa, en aquel grupo de casas que todos conocen
bajo la denominación de Valdocco, estableció él un
Oratorio llamado de San Francisco de Sales. No al
acaso ni en vano. Porque más que el
título es el espíritu de aquel apóstol ardiente
"del diritto zelo che smisuratamente in cuore
avvampa" (del santo celo que se enciende sin
medida en el corazón), el que infunde en su
institución este óptimo sacerdote, que se ha
consagrado a sí mismo a aliviar los dolores del
pueblo desgraciado, ennobleciendo sus
pensamientos. Y será muy justa loa recordar cuanto
ha hecho y hace cada día ((**It3.543**))
demostrando cómo nuestra religión es una religión
civilizadora. El recoge en los días festivos,
allí, en aquel solitario recinto, de
(**Es3.418**))
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