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->>Cómo haremos?, se preguntaban el uno al
otro.
La habitación de don Bosco estaba al lado del
dormitorio de los alumnos, porque él quería
tenerlos siempre a la vista. Cuando todos los
compañeros dormían, Gastini y Reviglio fueron a
llamar a la puerta de don Bosco, el cual, aunque
era muy tarde, estaba todavía en pie. Respondió
que entrasen. Pensad su maravilla y emoción al ver
que le ((**It3.535**))
presentaban aquellos dos corazones de plata y oír
las pocas y cordiales palabras de felicitación de
aquéllos sus dos buenos hijos...
Por la mañana todos los compañeros se enteraron
del original obsequio, con un poco de envidia, y
propusieron que, para el año siguiente, habría de
organizarse una fiesta bonita por todo el
Oratorio.
Entre tanto, aquel día resonaron con más
alegría los himnos compuestos por el teólogo
Carpano y que los muchachos cantaban en toda
ocasión por donde quiera que iban:
Vamos, compañeros,
don Bosco os espera:
de gozo se llena
vuestro corazón.
El tiempo agradable
invita a gozar:
corramos amables,
reíd y cantad.
Pronto, vayamos deprisa,
llena el alma de contento;
no se atreva ni un lamento
vuestro labio a proferir.
O bien.
Viva don Bosco
que nos conduce
hasta la cumbre
de la virtud
que en su alma grande
brilló la luz.
Luzcan sus rayos
en nuestros ojos,
arda la llama
de nuestro amor,
para don Bosco
nuestro Pastor.
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