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((**Es3.412**) por la casa, siempre con el bonete en la mano. Como deseaba tener frecuentemente el honor de visitas tan preciosas, solía invitar a un Prelado para las fiestas pirncipales del Oratorio y para administrar la confirmación. Iba a consultarle en las dificultades que tropezaba en su misión o por cualquier otro asunto de importancia. Se consideraba feliz cuando podía prestarles un servicio o ayuda. Por su afecto filial y la santidad de su vida, se ganó más de mil visitas episcopales que honraron la casa de Valdocco durante la vida de don Bosco. Acudían de todas las partes del orbe católico y casi siempre para tratar asuntos referentes al bien de la Iglesia. Esta afluencia de personajes eminentes empezó en el 1848, figurando entre los primeros y no una sola vez, el Nuncio Apostólico de su Santidad monseñor Matteucci, que trabó con don Bosco una amistad que duró, como veremos, todos los días de su vida. El teólogo Ascanio Savio vio en el Oratorio, cuando él era clérigo, a monseñor Riccardi, obispo de Savona, a monseñor Moreno, de Ivrea, a monseñor Balma, obispo misionero de la India, y en 1851 a monseñor Cerretti, que fue para administrar ((**It3.534**)) la confirmación, y a otros. Estos dirigían casi siempre unas cariñosas palabras, unas veces a los muchachos internos, otras a los del Oratorio festivo, bien en el patio o en la capilla, invitándoles a dar gracias a Dios por haberles llevado a aquel lugar de bendición, exhortándoles a corresponder a las enseñanzas y cuidados de su padre don Bosco. Por éstos y otros muchos motivos, el afecto, la estima y la gratitud de los muchachos a don Bosco, no tenía límites. Ocasión propicia para demostrar sus sentimientos era la fiesta de San Juan Bautista. El año 1847 y el 1848 los alumnos internos se conformaron con leerle algunas breves y cariñosas composiciones de felicitación, y los muchachos externos le ofrecieron algún ramo de flores, >>Qué más podían hacer aquellos pobrecillos? Pero el amor es un industrioso consejero. >>Sería un error pensar que la colecta para Pío IX y las recepciones episcopales les sugirieron el modo de honrar a don Bosco? En efecto, el año 1849 hubo quienes tuvieron una feliz idea. Carlos Gastini y Félix Reviglio se pusieron de acuerdo secretamente y, durante varios meses, ahorraron chucherías, guardaron celosamente sus pequeñas propinas y lograron comprarse dos corazones de plata. Estaban preocupados por no saber dónde presentarle su regalo; querían además que los otros no descubrieran su secreto para que resultara algo inesperado por don Bosco. Era ya la vigilia de la fiesta de San Juan. (**Es3.412**))
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