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entre las demás, la ofrenda de sus muchachos,
consistente en treinta y tres liras, junto con la
expresión de los sentimientos con que la
entregaron a la Comisión antedicha.
Al encontrarme, el dieciocho del mes pasado,
con su Eminencia el cardenal mencionado, tuvo a
bien manifestarme la dulce emoción que produjo en
el alma del Santo Padre la afectuosa y candorosa
ofrenda de los pobres artesanitos y las palabras
de sincera devoción con que quisieron acompañarla.
Ruégole, pues, les manifieste lo mucho que ha
agradado al Santo Padre su ofrenda, que considera
preciosísima por ser ofrenda del pobre, y cuán
complacido está al verlos tan a tiempo alimentado
sentimientos de sincero obsequio al Vicario de
Jesucristo, prueba segura de las máximas
religiosas impresas en su mente.
En prenda de paternal benevolencia. Su Santidad
imparte de todo corazón a usted y a cada uno de
sus jóvenes la bendición apostólica, mientras yo,
con los sentimientos de distinguido aprecio y
sincera adhesión, tengo a bien repetirme de usted
atento seguro servidor.
Turín, 2 de mayo de 1849
A.B.,Arzobispo de Tarso
Nuncio Apostólico
Cada cual puede sin esfuerzo imaginar la
alegría que inundó el corazón
de don Bosco y sus muchachos al leer este escrito,
que les hacía conocer cómo el Papa, en medio de
las inmensas preocupaciones por el gobierno de la
Iglesia y en medio de las penas y aflicciones de
su destierro, había tenido la alta dignación de
dirigir un pensamiento a su pequeñez. Brilló en
sus frentes un rayo de la más pura alegría
((**It3.524**)) y se
oyó un fragoroso Viva el Papa, Viva Pío IX, que
resonó repetidas veces por todo el Oratorio.
Una suma igual, rodeada casi de las mismas
circunstancias, se recogió también en el Oratorio
de San Luis Gonzaga, por los colaboradores de don
Bosco. Nos complace reproducir parte del artículo,
que aquel mismo año apareció en el número 53 del
citado periódico Armonía.
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