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se hace es inmenso. Todos aquellos muchachos, que
en su mayoría hubieran crecido en la ociosidad y
en el vicio, se encaminan hacia la virtud y el
trabajo. En efecto, su celoso preceptor ((**It3.512**)) y amigo
les busca con todo empeño un patrón honesto que
los admita para enseñarles su arte; y ya el hecho
de ser presentado un muchacho por don Bosco, como
alumno suyo, es una garantía de moralidad para el
dueño del taller, que lo admite más fácilmente
para adiestrarlo en el ejercicio de su profesión.
Así, de aquel vivero de honestos obreros sale cada
año un buen número de adolescentes, capacitados
para cubrir sus propias necesidades, y que
conservarán, es de esperarlo, a lo largo de su
vida, los hábitos de moralidad, que en sus tiernos
años adquirieron.
>>Debemos añadir que, como frecuentemente se
encuentra alguno entre estos pobres muchachos que,
por la muerte o la ruina de sus padres, queda
totalmente abandonado, son ya varios los que se
hallan recogidos en las casuchas a las que antes
hemos aludido, donde reciben sustento durante el
tiempo de su aprendizaje, hasta que puedan
mantenerse por su cuenta con el fruto de su sudor.
A este albergue de beneficencia, acudieron el día
de la Anunciación dos miembros de la Comisión de
la obra Obolo de
San Pedro, invitados por el benemérito fundador
del Oratorio. Se trata de recibir la ofrenda de
aquellos buenos y ejemplares muchachos había
querido hacer para la Obra. Enterados ellos de los
desgraciados sucesos de Roma y de que el Padre
común de los fieles ha sido reducido a la
condición de un desterrado, quisieron concurrir
espontáneamente con su óbolo a engrosar el tributo
de filial veneración que se quiere recoger en
Turín, para ponerlo a los pies del Vicario de
Cristo.
>>Cuando los delegados de la Comisión entraron
en el modesto recinto, donde tanto bien se lleva a
cabo, fueron recibidos por el Director con la más
exquisita cortesía; después, con gran emoción de
su corazón, se vieron rodeados de ((**It3.513**))
aquellos muchachos que, llenos de alegría, les
hicieron hermosa y alegre corona.
>>Dos de ellos se adelantaron. Uno presentaba
sobre una bandeja las treinta y tres liras
recolectadas entre todos, mientras el otro
pronunciaba un sencillo y muy sentido discurso,
del que ofrecemos a los lectores unos
fragmentos>>.
El ilustre escritor presenta a continuación una
parte del discurso, que más arriba hemos
transcrito, y después añade:
<(**Es3.397**))
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