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La ofrenda, acompañada del discurso y del
himno, conmovieron vivamente el corazón de los
miembros de la Comisión. Dirigieron a los
muchachos breves palabras de alabanza y de
estímulo, pidieron copia de todo y, al despedirse,
dijeron:
-<>.
El marqués de Cavour, en aquel momento
colaborador del periódico católico Armonía, daba
noticia del hecho y publicaba, en alabanza del
Oratorio, un importante artículo, que vale la pena
presentar a los lectores.
<((**It3.511**)) tiempo
una de esas obras benéficas, brotada de la fuente
inagotable que es el espíritu católico. Un celoso
sacerdote, ansioso del bien de las almas, se ha
consagrado enteramente a la tarea piadosa de
alejar del vicio, del ocio y de la ignorancia a un
gran número de muchachos que viven por aquellos
contornos y que, por las estrecheces, por la
incuria de sus padres, crecían desprovistos de
cultura cívica y religiosa. Este eclesiástico, que
se llama don Bosco, alquiló unas casuchas y un
pequeño cercado, ha ido a vivir en aquel sitio y
ha abierto un pequeño Oratorio, bajo la advocación
del gran obispo de Ginebra, San Francisco de
Sales.
>>Ha procurado atraerse a los pobres muchachos
que se encontraban descuidados y abandonados; en
el sencillo y modesto Oratorio les imparte la
instrucción religiosa, la única necesaria por
encima de todas las demás disciplinas; les
acostumbra a cumplir con sus deberes; a tributar
el verdadero culto a Dios; a convivir amigable y
socialmente unos con otros. Junto al Oratorio hay
escuelas, en las que se enseñan a los muchachos
los primeros elementos de las letras y del
cálculo; está también el ya referido cercado,
donde los muchachos se entretienen, en los días
festivos y horas de recreo, con juegos inofensivos
e inocentes pasatiempos, ocupando el tiempo en una
alegría honesta que tanto beneficia la salud del
cuerpo y de la mente, especialmente en esa
tierna edad. En medio de ellos se encuentra
siempre don Bosco, que constantemente es su
maestro, compañero, modelo y amigo.
>>Ordinariamente, los días festivos se reúnen
unos cuatrocientos muchachos en aquel lugar, que
por no tener ninguna apariencia al exterior, queda
inobservado para muchos, mientras que el bien que
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