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((**Es3.396**) La ofrenda, acompañada del discurso y del himno, conmovieron vivamente el corazón de los miembros de la Comisión. Dirigieron a los muchachos breves palabras de alabanza y de estímulo, pidieron copia de todo y, al despedirse, dijeron: -<>. El marqués de Cavour, en aquel momento colaborador del periódico católico Armonía, daba noticia del hecho y publicaba, en alabanza del Oratorio, un importante artículo, que vale la pena presentar a los lectores. <((**It3.511**)) tiempo una de esas obras benéficas, brotada de la fuente inagotable que es el espíritu católico. Un celoso sacerdote, ansioso del bien de las almas, se ha consagrado enteramente a la tarea piadosa de alejar del vicio, del ocio y de la ignorancia a un gran número de muchachos que viven por aquellos contornos y que, por las estrecheces, por la incuria de sus padres, crecían desprovistos de cultura cívica y religiosa. Este eclesiástico, que se llama don Bosco, alquiló unas casuchas y un pequeño cercado, ha ido a vivir en aquel sitio y ha abierto un pequeño Oratorio, bajo la advocación del gran obispo de Ginebra, San Francisco de Sales. >>Ha procurado atraerse a los pobres muchachos que se encontraban descuidados y abandonados; en el sencillo y modesto Oratorio les imparte la instrucción religiosa, la única necesaria por encima de todas las demás disciplinas; les acostumbra a cumplir con sus deberes; a tributar el verdadero culto a Dios; a convivir amigable y socialmente unos con otros. Junto al Oratorio hay escuelas, en las que se enseñan a los muchachos los primeros elementos de las letras y del cálculo; está también el ya referido cercado, donde los muchachos se entretienen, en los días festivos y horas de recreo, con juegos inofensivos e inocentes pasatiempos, ocupando el tiempo en una alegría honesta que tanto beneficia la salud del cuerpo y de la mente, especialmente en esa tierna edad. En medio de ellos se encuentra siempre don Bosco, que constantemente es su maestro, compañero, modelo y amigo. >>Ordinariamente, los días festivos se reúnen unos cuatrocientos muchachos en aquel lugar, que por no tener ninguna apariencia al exterior, queda inobservado para muchos, mientras que el bien que (**Es3.396**))
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