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liras a don Bosco, como consta en las memorias del
teólogo Borel, y todo hace suponer que era una
limosna del Rey.
En tanto, se organizaba en el Oratorio una
fiesta inolvidable. La comisión promotora de la
obra del Obolo de ((**It3.508**)) San
Pedro, invitada por don Bosco, se complacía el 25
de marzo en enviar al Oratorio a dos de sus
ilustres miembros para recibir en persona su
ofrenda.
Eran los dos delegados el canónigo Valinotti y
el marqués de Cavour. Como era domingo de pasión y
celebraban los muchachos la Anunciación de María
Santísima, se habían reunido en número
extraordinario. Hemos encontrado entre los
documentos la copia de un discurso, leído en
aquella ocasión por un muchacho, en nombre de sus
compañeros, y que estaba concebido en estos en
estos términos:
<>Apenas nos llegó la dolorosa noticia de que
el Santo Padre pasaba estrecheces, nos conmovimos
profundamente. Aumentaba nuestro dolor, al
considerar que nuestra condición nos impide
corresponder a tan inesperada necesidad. No
obstante, deseosos de dar testimonio de amor y de
fifial veneración a la Cabeza de la Iglesia
Católica, a nuestro Padre común, sucesor de San
Pedro y Vicario de Jesucristo, hemos hecho
nuestros esfuerzos y hemos reunido el óbolo del
pobre. Hemos recogido treinta y tres liras,
cantidad insignificante para su sublime destino,
pero que nos hará dignos de benigna compasión,
considerando nuestra edad y nuestra condición de
obreros y pobres hijos de familia.
>>Señores, sabemos que vuestro corazón es bueno
y que por tanto, agradeceréis nuestra pequeña
oferta, en la persuasión de que nuestra voluntad
hará más, si la imposibilidad no nos lo impidiera.
>>Y si en este momento fuera posible que el
Santo Padre oyese nuestra voz, ((**It3.509**)) de
rodiallas a sus pies, quisiéramos todos a una
exclamar: -Beatísimo Padre, éste es el momento más
afortunado de nuestra vida: formamos un conjunto
de muchachos que nos consideramos felices, al
poder dar una muestra de nuestra veneración a su
Santidad. Nos profesamos afectuosísimos hijos
vuestros y, pese a los esfuerzos de los malvados
por alejarnos de la unidad católica, nosotros,
reconociendo en Vuestra Santidad al Sucesor de San
Pedro. Vicario de Jesucristo, e íntimamente
persuadidos de que quien no esté unido a Vos, se
pierde eternamente y de que ninguno que se aparte
de Vos puede pertenecer a la verdadera Iglesia,
declaramos que queremos vivir y morir siempre
unidos a esta Iglesia de la que
(**Es3.394**))
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