((**Es3.39**)
por encanto, me encontré rodeado de un número
inmenso de jóvenes y clérigos, seglares,
coadjutores y también sacerdotes que se pusieron a
trabajar conmigo guiando a aquellos jóvenes.
Conocí a varios por la fisonomía, pero a muchos no
los conocía.
>>Mientras tanto habiendo llegado a un lugar
elevado del jardín, me encontré frente a un
edificio monumental, sorprendente por la
magnificencia de su arte. Atravesé el umbral y
entré en una sala espaciosísima cuya riqueza no
podía igualar ningún palacio del mundo. Toda ella
estaba cubierta y adornada por rosas fresquísimas
y sin espinas que exhalaban un suavísimo aroma.
Entonces la Santísima Virgen que había sido mi
guía, me preguntó:
>>->>Sabes qué significa lo que ahora ves y lo
que has visto antes?
>>-No, le respondí: os ruego me lo expliquéis.
>>Entonces Ella me dijo:
>>-Has de saber, que el camino por ti
recorrido, entre rosas y espinas, significa el
trabajo que deberás realizar en favor de los
jóvenes. Tendrás que andar con los zapatos de la
mortificación. Las espinas del suelo significan
los afectos sensibles, las simpatías o antipatías
humanas, que distraen al educador de su verdadero
fin, lo hieren, y lo detienen en su misión,
impidiéndole caminar y tejer coronas para la vida
eterna.
>>Las rosas son símbolo de la caridad ardiente
que debe ser tu distintivo y el de todos sus
colaboradores. Las otras espinas significan los
obstáculos, los sufrimientos, los disgustos que os
esperan. Pero no perdáis el ánimo. Con la
caridad y la mortificación, lo superaréis todo y
llegaréis a las rosas sin espinas.
((**It3.36**)) >>Apenas
terminó de hablar la Madre de Dios, volví en mí y
me encontré en mi habitación>>.
Don Bosco, que había comprendido el sueño,
concluía asegurando que, a partir de entonces, se
percató del todo del camino que debía recorrer;
que las oposiciones y las artes con que se le
quería detener le eran ya conocidas y, si bien
serían muchas las espinas sobre las cuales debería
caminar, estab cierto, seguro de la voluntad de
Dios y del éxito de su gran empresa.
Con este sueño quedaba también don Bosco
prevenido para no desanimarse ante las defecciones
de los que parecían destinados a ayudarle en su
misión. Los primeros que se alejaron de la
pérgola fueron los sacerdores diocesanos y los
seglares que, al principio, se habían entregado al
Oratorio festivo. Los que se le agregan después
representan a los salesianos, a los que les
está(**Es3.39**))
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