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((**Es3.385**) >>Me sucedió frecuentemente ser testigo ocular de casos semejantes a los dichos y aún más sorprendentes. >>Una mañana se presentó a don Bosco una señora que andaba con una muleta y un bastón, acompañada de otra señora. Caminaba con tanta dificultad, que para dar un paso requería su tiempo; quizás se debía a una enfermedad de los nervios. Como dijera ella a don Bosco que quería hablarle, me retiré, por prudencia, un poco lejos. Pero cunado aquella señora salió, la vi caminar sin muleta ni bastón y me dijo: "Don Bosco me ha curado">>. Pero lo más extraordinario ocurrido en 1849 es lo que vamos a contar. Un muchacho, de unos quince años, llamado Carlos, que frecuentaba el Oratorio de San Francisco de Sales, cayó gravemente enfermo en 1849 y, en poco tiempo, se encontró a las puertas de la muerte. Vivía en una fonda, pues era hijo del fondista. Al verle el médico en peligro, aconsejó a sus padres que lo invitaran a confesarse y éstos, muy afligidos, preguntaron a su hijo qué sacerdote quería que se llamara. El mostró gran deseo de que fueran a llamar a su confesor ordinario, que era don Bosco. Fueron enseguida; pero, con gran pesar, respondiéronles que estaba fuera de Turín. El muchacho mostraba una gran ((**It3.496**)) pesadumbre, por lo que se llamó al vicepárroco, que acudió enseguida. Día y medio más tarde moría el muchacho, insistiendo en que quería hablar con don Bosco. Apenas estuvo de vuelta don Bosco, le dijeron que habían ido varias veces en su busca, de parte del joven Carlos, muy conocido suyo, que se encontraba en peligro de muerte y había preguntado por él con insistencia. Se apresuró a visitarlo, por si quisiera la suerte -dijo él- que aún llegase a tiempo. Al llegar allí, encontróse primero con un camarero a quien pidió enseguida noticias del enfermo: -Llega demasiado tarde, respondió íHace medio día que ha muerto! Entonces don Bosco exclamó sonriendo: -íQuita allá! íDuerme y creéis que ha muerto! El criado le miró sorprendido. Pero don Bosco, como en broma, añadió: ->>Quiere apostarse un vaso de vino a que no está muerto? En aquel instante, los demás de la casa, que habían llegado a estas palabras, rompieron en llanto diciendo que, desgraciadamente, Carlos había muerto. Don Bosco dijo: ->>Debo creerlo?; permitidme que vaya yo a verlo. Y le acompañaron a la sala mortuoria, donde estaban la madre y (**Es3.385**))
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