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CAPITULO XLV
UNA CAUSA DEL PRESTIGIO DE DON BOSCO ANTE SUS
MUCHACHOS - LA VISTA PERDIDA Y RECUPERADA -
BENDICION QUE LIBRA DEL DOLOR DE MUELAS - UNA
FAMILIA ENTERA SACIADA CON VEINTE CENTIMOS - DON
BOSCO LEE EN LOS CORAZONES Y VE EL PORVENIR - UNA
TULLIDA CURA INSTANTANEAMENTE - DESDE LA MUERTE A
LA VIDA Y AL PARAISO - TESTIMONIOS - HUMILDAD DE
DON BOSCO - UNA DISTRACCION - JUICIO DEL PADRE
FRANCO Y DEL ARZOBISPO DE SEVILLA - PALABRAS DE
MONSEÑOR CAGLIERO
EL Oratorio de San Francisco de Sales y el de San
Luis, reorganizados fácilmente tras la breve, pero
peligrosa perturbación política, habían
reemprendido su marcha ordinaria, conducidos con
mano firme y suave por el celo admirable de don
Bosco.
El prestigio que tenía sobre sus jóvenes
procedía del continuo testimonio de sus grandes
virtudes y de que estaban persuadidos de que era
verdaderamente un hombre amigo de Dios. Le
contemplaban como a un ángel viviente, como al
tipo del verdadero sacerdote, como un retrato fiel
de nuestro Señor Jesucristo. Los jóvenes por él
recogidos, los del Oratorio festivo, pequeños y
grandes le atribuían, desde entonces, el poder de
hacer cosas maravillosas, que aseguraban las había
hecho, y con el pasar de los años ((**It3.491**)) no
perdieron nunca esta íntima e inmutable
convicción. Hemos oído a centenares de ellos
hablar de lo que habían visto u oído contar a sus
compañeros. El mismo monseñor Cagliero nos
escribía:
<>.
Narraremos aquí algunos hechos que nos fueron
transmitidos por escrito, y los primeros recogidos
por don César Chiala.
Don Bosco hacía auténtica catequesis, predicaba
verdaderos sermones, en forma familiar, hasta en
la plaza. En cierta ocasión estaba
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