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fin, que con grabados obscenos llevaban en triunfo
los vicios más repugnantes. No se oían los vítores
a Pío IX, y en cambio, se vendían caricaturas
asquerosas del Papa. Un verdadero hormiguero de
historiadores conspiraba para traicionar la
verdad; se había propuesto defender la igualdad de
cultos y la destrucción del catolicismo;
desfiguraban los hechos referentes a la ((**It3.475**))
religión; hacía aparecer a la Iglesia como perenne
enemiga de la civilización, y al Papa como al
enemigo de Italia.
En los teatros, a su vez, se alentaban las
pasiones más vergonzosas; y esto un día y otro.
Abiertamente o bajo el velo de la alegoría, las
representaciones volcaban el desprecio, la burla y
las calumnias más envenenadas contra todos los
órdenes de la jerarquía eclesiástica. En cambio
los herejes y los sectarios aparecían en escena
como héroes, leales, virtuosos, defensores del
pueblo oprimido.
Por tanto, nada extrañó que en plena calle
fueran frecuentemente insultados los sacerdotes y
los mismos obispos. No se salvó de ello don Bosco
y en prueba, añadiremos a los casos ya contados,
algunos más, de entre los muchos ocurridos en el
transcurso de varios años.
A veces se atrevían grupos de mozalbetes a
llegar hasta el portón del Oratorio para plantar
una pista de baile en el prado; y don Bosco salía
él solo y se metía en medio de las parejas.
Hubieran tal vez querido que les diera pretexto
para armar alboroto con palabras fuertes e
insultantes. Pero don Bosco les invitaba tan
amablemente a retirarse y no perturbar sus
funciones ya empezadas, que no se atrevían a
contradecirle. Insistían, a veces, aunque
débilmente, sobre su pretendido derecho, ya que
estaban en la vía pública, y hacían todavía alguna
contradanza; pero pronto cesaban y se iban a otra
parte. >>Quién daba a don Bosco poder tan grande
sobre aquellas gentes sin educación?
Narraba don Miguel Rúa que: <>.
((**It3.476**)) José
Brosio añadía:
<(**Es3.370**))
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