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durante poco más de un año, porque era la casa
Pinardi, y no otra, la destinada a ser la sede del
Oratorio festivo y del internado. En efecto, él
había empezado a adaptar las distintas
dependencias de la nueva casa a las necesidades de
la obra. Pero, después de algunas exploraciones,
se comprobó que los muros, por el ((**It3.463**)) mal
material y la defectuosa construcción, no
resistían los trabajos que se proyectaban y no
hubo más remedio que suspenderlos. Además, se
precisaba desembolsar una gran suma para la
adaptación que se proyectaba, cuando aún no estaba
pagada la mayor parte de lo que se debía por la
compra, a saber, más de once mil liras, y corrían
los intereses. Al mismo tiempo, era preciso
proveer a todo lo necesario para la manutención de
sus jóvenes. El aumento de impuestos, los negocios
mermados, la apremiante necesidad de socorrer a
las familias de tantos soldados muertos en
batalla, la creciente miseria que se dejaba sentir
entre la gente del pueblo, distraían muchas
limosnas que antes recibía él. Y viendo que no era
posible tener tan presto una casa segura, donde
mejor cimentar y agrandar su Institución, se
resignó a esperar tiempos mejores. Decidióse,
pues, a revender la casa Moretta. Dividióla en dos
lotes, lo mismo que los terrenos contiguos, cedió
todo a diversos compradores y consiguió una
notable ganancia. La primera reventa se hizo el 8
de marzo de 1849 y la segunda el 10 de abril. Las
demás, el primero de junio. Así se libró de la
deuda y aún le quedó un remanente para atender por
algún tiempo a las necesidades de su hospicio.
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