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((**Es3.359**) destierro, admirándole, consolándole, y asegurándole que el clero y el pueblo estaban con él; ofreciendo sus plegarias, pidiendo bendiciones para él, consejo y aliento en tan grandes y tan continuas luchas. El partido liberal y sectario intentó reducirlos al silencio, amenazándoles así desde el periódico Opinión: <>. Se precisaba todo el descaro calumniador de un sectario para escribir aquellas frases que descubrían una inminente persecución. A estos motivos de honda pena para don Bosco, se añadía otro. El seis de diciembre moría el teólogo Guala, a la edad de setenta y tres años, resignado a la voluntad de Dios y contento porque dejaba su institución en manos de don José Cafasso, nombrado hacía poco tiempo rector de la iglesia de San Francisco de Asís. Se celebró un solemnísimo funeral, al que asistieron más de cuatrocientos sacerdotes revestidos de roquete; no faltó don Bosco. En medio de un duelo general fue llevado al cementerio y sepultado en un terreno que él mismo había comprado. Dejaba en testamento a don José Cafasso heredero de todos sus bienes, que alcanzaban a varios centenares de miles de liras; este capital, unido a otras grandes sumas de dinero que le entregaban muchas personas caritativas y acaudaladas, le permitían poder socorrer con largueza a los pobrecillos y a todas las obras de caridad y de religión. En tanto, la política seguida por el Gobierno no ofrecía nada bueno a la Iglesia ni al Estado. ((**It3.461**)) EL dieciséis de diciembre de 1848, Vicente Gioberti era nombrado Presidente de Ministros, con la cartera de Asuntos Exteriores. Con el deseo y la necesidad de encontrar apoyo para la guerra que se estaba preparando contra Austria, se dirigió a París en busca de ayuda de la República Francesa. Pero fue en vano. Esta negativa fue una de las razones que aconsejaba al gobierno piamontés acercarse de nuevo al Papa. Había que impedir a Pío Nono que pidiese ayuda extranjera para restaurar su gobierno y, al mismo tiempo, no permitir que el movimiento republicano suplantara a la monarquía. Mandó, por consiguiente, embajadores a Gaeta invitando al Papa a volver a Roma, escoltado y custodiado por las tropas piamontesas, y a conservar el ministerio democrático que allí se había formado y, si esto no era posible, que se eligiera a su gusto una ciudad de los Estados Sardos, donde fijar su morada. Como el Papa no asintió a ello, (**Es3.359**))
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