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nada menos que sesenta mil liras, precio
verdaderamente exorbitante todavía.
En tan buena ocasión se ponía en venta la casa
Moretta y don Bosco estaba resuelto a comprarla a
cualquier precio. Por esto, el 9 de marzo de 1848
acudió a la subasta, valorada de entrada en diez
mil liras. El fue pujando, de ciento en ciento,
hasta llegar a las once mil ochocientas liras.
Como éstas no fueron superadas por ningún otro, le
fue adjudicada la propiedad de todo el inmueble.
El primero de abril entró en posesión del mismo
con la intención de trasladar allí el Oratorio,
ensanchar el
hospicio y poder disponer de locales para hospedar
con más facilidad a los forasteros. Siempre tuvo
para ellos un gran corazón; sentaba a su mesa aún
a personas extrañas, con la esperanza de
proporcionar algún bien a su cuerpo y a su alma
con tal acogida.
El cuatro de diciembre, otorgaba el notario
Galeazzi escritura de adjudicación de la subasta
del nueve de marzo. Don Bosco entregaba a cuenta
solamente seiscientas una liras con setenta y
cinco céntimos y trescientas noventa y seis liras
con veinticinco céntimos, de intereses
anticipados, señal segura de que se encontraba en
estrecheces. Pero elevaba hasta treinta el número
de internos, elegidos entre los más abandonados y
en mayor peligro.
Mientras don Bosco andaba ocupado en esta
empresa, en la capital del mundo católico se
habían desarrollado gravísimos acontecimientos.
((**It3.458**)) Los
revolucionarios, que deseaban deshacerse del
Príncipe de Roma para echar por tierra la
autoridad del Papa y derribar la Cruz, después de
apuñalar a plena luz del mediodía del 15 de
noviembre a su primer ministro Peregrino Rossi,
incitaban al pueblo a inicuas pretensiones y a la
rebelión.
Una turba de sectarios y sus secuaces rodea el
palacio del Quirinal, morada del Papa. Desarma la
guardia, asesta los cañones, amenaza con el
saqueo. Los rebeldes, armados de fusiles,
acribillan a balazos el palacio y monseñor Palma,
secretario de Pío IX, herido en la frente cae
muerto junto a él.
En aquel trance supremo, >>qué partido tomará
el Papa? >>Huir? >>Entregarse prisionero y ser
víctima de los rebeldes?
Pío IX dudaba si debería permanecer en Roma,
aún a costa de su propia vida, o si debería
salvarse huyendo. Unas horas antes había recibido
un precioso regalo de Francia, con una carta que
parecía providencial. Consistía el regalo en un
pequeño copón, dentro del cual Pío VI había
llevado consigo el Santísimo Sacramento como
compañero y ayuda, cuando en 1799 los franceses le
sacaron de
(**Es3.357**))
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