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de Turín, pidió y obtuvo de la Curia Arzobispal no
ir al seminario de Chieri, para quedarse ayudando
a don Bosco en su Oratorio. Este fue su primer
clérigo.
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Don Ascanio Savio, muy versado en teología
moral, habilísimo para manejarla en el
confesonario, fue Director del Refugio, Virrector
del Seminario de Turín, Rector del Seminario
Arzobispal del Parque Real de Turín y profesor
durante muchos años de Teología Moral en la
Residencia Sacerdotal. Todo lo cual demuestra que,
mientras estuvo en Valdocco al principio, no
descuidó los estudios sagrados, porque don Bosco
sabía inculcar su importancia a los que convivían
con él.
El clérigo Ascanio Savio participó enseguida en
todo lo que don Bosco hacía para atraer a los
muchachos al Oratorio y comenzó a ayudarle en todo
lo que podía. Le encargaba don Bosco muchas veces
inspeccionar las avenidas y prados de Valdocco
para que buscara los muchachos que ((**It3.438**)) tanto
le preocupaban y se los condujese. Le enviaba
también al Oratorio de San Luis para enseñar
catecismo y vigilar su marcha. Difícil era el
encargo confiado al buen seminarista; mas, para
que no se amilanara ante las dificultades que
encontraba, le repetía don Bosco las palabras que
acostumbraba decir a sus colaboradores, para
inculcarles fortaleza: Esto vir: íNada te turbe!
Al clérigo Savio se agregó José Brosio, que
proporcionó a don Bosco otra ayuda de gran
utilidad. Este, licenciado ya de la guerra, en la
que había servido en los batallones de los
llamados bersaglieri,1 continuó asistiendo a las
reuniones festivas con asiduidad edificante,
demostrando siempre gran cariño a don Bosco.
Cuando iba al Oratorio vestía siempre el uniforme
militar, por lo cual los muchachos le llamaban el
Bersagliere. Como sabía de maniobras y
1 Bersagliere: soldado de un cuerpo de tropas
ligeras (cazadores, en España) fundado en 1836 por
el general Alejandro La Mármora, caracterizado por
la movilidad y rapidez de las marchas. (N. del T.)
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