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Paz y paz, hoy repitan las
almas,
Cante el gozo de los corazones;
Su sonrisa, el mejor de los
dones,
Va esparciendo la dicha doquier.
Gloria al santo Jerarca divino;
Gloria, gloria, digamos con
gozo;
Nuestra dicha y fraterno
alborozo;
Den a todos feliz despertar.
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Coronado de hermosas virtudes,
Avancemos con alma sincera;
Y una voz se levanta señera:
íPaz, justicia, amor y lealtad!
El que, huérfano, triste gemía,
Al mirar su paterno semblante,
Siente el beso que, cálido,
amante,
Da a la flor la caricia del sol;
Extended, cariñosos los brazos,
Recibid su paterno saludo;
Aunque el labio de gozo esté
mudo;
Un volcán es el pecho de amor.
Las plegarias de los afligidos
Del Señor escalaron el trono,
Y envió al paternal Pío Nono,
Un mensaje de paz y amor.
Compañeros, saltemos de gozo,
De alegría rebosen las almas;
Agitemos banderas y palmas.
íLlegó el día de paz y de amor!
íViva!, unidos gritemos,
Hijos de un Padre Santo;
No cese nuestro canto
De inmensa gratitud.
Suban himnos al Cielo,
Cantando a Pío Nono,
Diciendo en dulce tono,
Su amor y su virtud.
íVIVA PIO NONO!
Algunas semanas después de esta velada, Carlos
Alberto daba una prueba indudable de su amor a la
religión católica en una carta dirigida a Pío IX
con los mismos sentimientos de religiosidad
heredados de sus abuelos. La escribía en la ciudad
de
Alessandria con
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