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Virgen o a algunos hechos de la Sagrada Escritura.
El mismo señalaba a los más adelantados lo que
debían aprender de memoria, les enseñaba a
recitarlo y les prometía un regalo para animarlos.
Pronto vio coronadas felizmente sus fatigas.
En efecto, después de algunos meses de las
escuelas dominicales, a principios de 1847, quiso
don Bosco que los que habían asistido a ellas
sufrieran un examen de catecismo, Historia Sagrada
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y la geografía correspondiente. Invitó a asistir
a los exámenes a algunas personalidades de Turín,
entre ellas el abate Aporti, al diputado
Boncompagni, al teólogo Baricco, al profesor José
Rayneri, al Superior de las Escuelas Cristianas,
Hermano Miguel, y a otros más. Interrogaron estas
celebridades a los alumnos sobre dichas materias;
quedaron satisfechos de sus respuestas,
aplaudieron la experiencia hecha y entregaron, a
los mejores, premios y recuerdos. El profesor
Rayneri, el más famoso profesor de Pedagogía en la
Universidad Real, quedó entusiasmado. Y repitió
varias veces en clase a sus alumnos, futuros
maestros: <>.
Animados por esta primera prueba, poco más
tarde se prepararon los muchachos para otros
exámenes sobre las distintas materias, estudiadas
en las escuelas nocturnas. Esta segunda prueba se
hizo con gran solemnidad. Y como por todas partes
de la ciudad se hablaba de estas escuelas como de
una novedad, y muchos profesores y otros
personajes conspicuos iban con frecuencia a
visitarlas, el Municipio, enterado de ello, envió
una comisión compuesta por los señores Cotta y
Capello, llamado Moncalvo,
presididos por el Comendador José Dupré,
expresamente encargado de comprobar si los
resultados, que tanto se alababan, eran realidad o
una exageración. Aquellos señores examinaron por
sí mismos, a los alumnos de lectura y correcta
pronunciación, de aritmética y sistema métrico, de
declamación y de todo lo demás. No podían
comprender, cómo aquellos mozalbetes, analfabetos
hasta los dieciséis y dieciocho años, hubieran
podido avanzar tanto en unos pocos meses. Además,
al constatar que muchos de aquellos jóvenes, en
vez de rodar por las calles de la ciudad, estaban
allí recogidos para instruirse, la honorable
Comisión se despidió llena de admiración y
entusiasmo.
((**It3.28**)) Dieron
cuenta fiel de su visita a todo el Municipio, el
cual quedó tan satisfecho que concedió a las
escuelas de don Bosco una subvención de
trescientas liras al año, que él empleó
enseguida(**Es3.33**))
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