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CAPITULO XXXIX
DON BOSCO Y VICENTE GIOBERTI - UN RIESGO DE CARLOS
ALBERTO EN MILAN - ORACIONES POR EL REY - REGRESA
EL EJERCITO PIAMONTES - LOS EMIGRADOS - INSULTOS
AL ARZOBISPO DE VERCELLI - HABLADURIAS PELIGROSAS
CONTRA DON BOSCO - VELADA Y DISTRIBUCION DE
PREMIOS - CARTA DE CARLOS ALBERTO A PIO IX - EL
REY LLEGA A TURIN
DURANTE aquellos días luctuosos viajaba Gioberti
camino de Turín. El 18 de julio aparecía en
Armonía un articulejo que hoy se tendría, al menos
por extraño, si no fuera, como es, una prueba más
de las dificultades de aquel tiempo y de la
prudencia extremosa que era necesario emplear para
escribir sobre ciertos ídolos de la revolución.
<>íAh, sí! Venga, y que su elocuente palabra
ponga freno al ímpetu con que algunos incautos
atacan a la religión católica, a la Iglesia y sus
ministros.
>>Cesen éstos, de una vez, de abusar de un
nombre tan querido a la patria para disculpar sus
abusivas libertades y defender sus perversas
doctrinas. Sabemos por él mismo que él no reconoce
sus principios, que nada de común tiene con ellos,
salvo el deseo de verlos felices, después de
reconocer sus yerros>>.
Gioberti llegaba a Turín el primero de agosto y
era enseguida llamado a formar parte, como
ministro sin cartera, en el nuevo ((**It3.423**))
Ministerio Fabrio-Casati, constituido a toda prisa
el 29 de julio. Gioberti tomó, como secretario
particular al abogado Juan Bautista Gal, nacido en
Torgnon (Valle de Aosta) el 1809. Estaba empleado,
hacía varios años, en el Ministerio de asuntos
exteriores; era un hombre docto y muy católico,
amigo íntimo de los condes César Balbo, Avogadro
della Motta y César Saluzzo, del marqués de
Cavour, de Silvio Péllico y de César Cantú. Desde
el principio de su carrera, había pasado siempre
las pocas horas libres, que le dejaba su laborioso
cargo, con el venerable Cottolengo y con don José
Cafasso. En el 1841,
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