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((**Es3.328**) La derrota de las tropas italianas encendía las pasiones. Radetzki había tomado la ofensiva con más de sesenta mil hombres. El veintidós de julio, después de un día entero de heroica resistencia, los piamonteses evacuaban Rívoli, y el veintitrés los austríacos asaltaban y ocupaban las alturas de ((**It3.421**)) Sommacampagna y Custoza, de donde, sin embargo, les rechazaba otra vez Carlos Alberto el veinticuatro, con esfuerzos de supremo valor. Pero al día siguiente, el Rey, superado por el número de enemigos y obligado a abandonarlas, en peligro de ser envuelto de costado, y perdida Volta, que el general Sonnaz intentó recuperar en vano, desvanecida toda esperanza, se retiraba. El treinta y uno cruzaba el Adda, con su ejército falto de vituallas, extenuado por las fatigas y privaciones, abatido, desordenado y diezmado continuamente por la fuga de los soldados. El veinticinco de julio llamaba el Gobierno a las armas a todos los que estuvieran capacitados, y después se dirigía a los párrocos para que persuadieran al pueblo de la necesidad y santidad de aquella guerra, que trataba de defender las instituciones, la monarquía y la independencia política de la Santa Sede; ya que si triunfaba Austria la destruiría y quitaría al Papa las Legaciones. Acudía también a los Obispos, para que el clero implorara el auxilio del Señor en favor de la patria en peligro. Al mismo tiempo un grupo de padres Capuchinos, con las debidas licencias, recorría la ciudad y los pueblos, predicando por plazas e iglesias, la cruzada de la causa nacional. (**Es3.328**))
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