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Aquellos desvergonzados comenzaron entonces a
codearse y decirse, apretando los puños:
-íEmpieza tú, empieza tú!
Viendo don Bosco que la cosa se ponía seria y
que no aparecía por allí ningún guardia, urdió una
estratagema:
-íEh, amigos! >>Queréis que hagamos una cosa?,
me gusta estar con los jóvenes. He aquí un café...
entremos... Sólo pongo dos condiciones. Yo soy
sacerdote y no está bien que un sacerdote pida de
beber; lo pediréis vosotros; se entiende vino del
mejor: barbera de Asti: 1 ésta es la primera
condición. La segunda es que soy yo quien paga.
Se miraron unos a otros.
-Este cura no es como los otros, se dijeron
mutuamente sonriendo. Y después:
-Sí, sí, vamos, vamos -gritaron todos a una.
Entraron en el café, bebieron y charlaron mucho
más. Ninguno de aquellos muchachotes, conocía a
don Bosco. Pero uno de ellos se lo sospechó y
comenzó a decir a los de al lado:
->>Si será don Bosco?
Que sí, que no. Hasta que por fin, preguntaron
en alta voz:
->>Es usted don Bosco?
-Sí, soy don Bosco. Pero don Bosco os ha pagado
el vino y ahora quiere pediros un favor.
-íDon Bosco!..., usted manda; pida lo que
quiera.
-Que el sábado vengáis al Oratorio a
confesaros.
Se miraron todos y estallaron de risa:
->>Confesarnos nosotros? Si supiera qué buenas
piezas somos, qué alhajas estamos hechos..., si se
las tuviéramos que contar todas...
->>Somos amigos o no?
-Sí, sí, somos amigos.
-Entonces...
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-Buenos, pues iremos el sábado, -gritaron todos.
-No me basta, replicó don Bosco; uno de
vosotros debe ser el responsable. Hagamos
responsable a ese joven.
-Sí, aceptado, respondió el jefe de la
pandilla; le aseguro que irán todos; y si no
vienen, los arrastro a todos del pescuezo.
-íPor favor, eso no! íMe fío de vuestra
palabra! íHasta la vista, pues!
El sábado y el domingo fueron todos a
confesarse, mucho mejor
1 Vino muy estimado en Piamonte. (N. del T.)
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