((**Es3.30**)
Y el canónigo Zappata le respondió sonriendo:
-íOh, eso lo puede usted cambiar en su libro
sin necesidad de reunir comisiones! Usted mismo.
Recordamos este hecho para resaltar la
exactitud de don Bosco en todo y el empeño que
ponía, lo mismo al escribir una carta que al leer
las que recibía: pesaba ((**It3.23**))
atentamente toda frase. Igual diligencia empleaba
para exponer un proyecto, dar una orden, pedir una
explicación, escuchar un informe, leer un libro,
realizar un encargo o un trabajo de cualquier
clase. Al hablar o tratar un asunto con él no
dejaba de hacer sus observaciones, siempre
corteses, hasta en la pronunciación. A la mejor,
alguno puede tildarle de importuno, y, sin
embargo, ésta era una de las causas por las que él
realizaba proyectos tan grandiosos que admiraban a
todos. Y es que los había estudiado hasta en sus
más nimios detalles, sopesando dificultades y
buscando los medios más seguros para resolverlas y
las ventajas y seguridad de los resultados. No
dejaba nada al acaso; pero todo lo esperaba de la
ayuda de Dios.(**Es3.30**))
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