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fieles: <((**It3.381**)) hechos
o palabras: Nolite tangere Christos meos: porque
lo que se hace o dice contra ellos, es hacerlo o
decirlo contra mí mismo. Qui vos spernit, me
spernit.
Una segunda observación nos manifiesta cómo don
Bosco no quiso limitarse únicamente a esbozar la
vida de San Vicente, sino que estudió, una por
una, las virtudes teologales y cardinales y
escribió casi un memorial de las mismas como norma
para su vida.
En efecto, con las diferencias de los tiempos y
las nuevas y diversas modalidades que su vocación
especial exigían, imitó de tal modo al Santo que,
al recorrer muchas de las páginas del libro, un
lector que haya conocido a don Bosco, se siente
impulsado a sustituir con su nombre el de San
Vicente; tanto se asemejan. Son idénticos los
objetos de su más tierna devoción; igual su celo
por la gloria de Dios y su total abandono en las
manos de la Divina Providencia; idéntico su amor
por las órdenes
y congregaciones religiosas; igual su caridad para
atender a los desamparados, instruir a los presos,
servir a los enfermos contagiosos y convertir a
los herejes.
Y para demostrar nuestra afirmación, hacemos
notar cómo don Bosco, dotado por naturaleza, al
igual de San Vicente, de un temperamento bilioso y
de un espíritu vivaz e inclinado a la cólera, lo
imitó en su dulzura para ganarse el corazón de los
hombres y copió de él, como por reflejo, la suave
afabilidad de San Francisco de Sales. Se puede
decir que el espíritu de don Bosco es el de San
Francisco, pero transmitido a través del corazón
de San Vicente. En efecto, don Bosco escribía las
normas sacadas de su querido modelo para adquirir:
Congregationi pauperum affabilem te facito...
(Hazte querar de la asamblea). 1 ((**It3.382**)) Fundaba
el Santo su dulzura en dos principios: uno era la
palabra y el ejemplo del Salvador y el otro el
conocimiento de la debilidad humana. En cuanto al
primer principio, decía que la dulzura y la
humildad son dos hermanas que se acoplan muy bien:
Jesús enseñó a unirlas al decir: Aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón, y estas
palabras las mantuvo
1 Eccl. IV, 7.
(**Es3.298**))
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