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las virtudes brillantemente. Se añade la palabra
cortesía porque él trató con personas de la más
elevada y selecta clase social y supo hacerlo con
el trato exquisito y las máximas que corresponden
a un ciudadano cristiano, de acuerdo con la
cortesía y prudencia del Evangelio.
>>Según el Espíritu de San Vicente de Paúl
porque cuanto se expondrá a lo largo de estas
consideraciones está literalmente tomado de su
vida y de la obra titulada El Espíritu de San
Vicente de Paúl, sólo se añaden algunas frases de
la Sagrada Escritura en las que se basan dichas
consideraciones.
>>Comienza con unos datos biográficos del
Santo, que servirán de índice de los conceptos que
después se expondrán más detalladamente.
>>Quiera Dios, que puso a San Vicente como
antorcha luminosa para llevar la luz de la verdad,
lo mismo a pueblos salvajes que civilizados, y
quiso levantar de la plebe a un hombre vulgar y
colocarlo por encima del trono de sus príncipes,
para cambiar, con sus heroicas virtudes, el
semblante de Francia y de Europa al mismo tiempo;
hacer que se inflamen los sacerdotes en la misma
caridad y el mismo celo, a fin de que ((**It3.380**)) se
entreguen a trabajar sin descanso por la salvación
de las almas; que se inflamen también los pueblos
de tal modo que, iluminados con las virtudes del
Santo, excitados y movidos por el buen ejemplo de
los sagrados ministros, corran a pasos de gigante
por el camino que lleva a la verdadera felicidad
del hombre, al Paraíso>>.
No vamos a entretenernos demostrando cómo don
Bosco alcanzó su intento con este libro: nos
limitaremos solamente a unas breves e interesantes
reflexiones. Y es la primera, el ver cómo ya desde
entonces profesaba y enseñaba su firme creencia en
la infabilidad del Romano Pontífice, veintidós
años antes de que en el Concilio Ecuménico
Vaticano se definiese dogma de Fe esta solemne
verdad; cómo demostraba su perfecto acuerdo con
San Vicente de Paúl, el cual, para frenar el
sectarismo jansenista y sus artes diabólicas,
aconsejaba al episcopado francés recurrir
directamente al Papa, antes que a un Concilio
general, dada la urgencia del mal: e Inocencio X,
como Doctor universal, condenaba en 1653 sin
admitir apelación, los errores y perfidias de
aquellos herejes. 1 Y sobre todo, cómo don Bosco,
ya en el 1848, sostenía las sagradas prerrogativas
del Pontífice, terriblemente despreciadas por los
sectarios, diciendo a los
1 Il Cristiano, etc. Día vigésimo segundo.
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