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Otra vez le dijo a uno, que aprendía el oficio
de mala gana:
-Don Bosco suda de la mañana a la noche para
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buscarte un pedazo de pan, y >>tú no quieres
trabajar? >>No te remuerde comerlo a traición?
íQué vergüenza! >>Es posible que no tengas
corazón? >>No quieres consolar a quien tanto te
quiere? Si no aprendes el oficio, >>cómo te
ganarás el pan cuando seas mayor? Tendrás que
comer >>y cómo te las arreglarás? >>Quieres ir a
parar a la cárcel? Desgraciado ahora y desgraciado
después; infierno aquí e infierno allí.
A uno, siempre a la greña con los compañeros,
le decía:
->>Sabes lo que pareces? Pareces peor que un
animal. No sé yo qué diferencia hay entre ti y un
animal irracional. Los caballos y las ovejas no se
pelean entre sí y casi casi se diría que, en
comparación son mejores que tú íPegar a los
compañeros! >>Pero no es Dios padre de todos? >>Y
no son los compañeros tus hermanos? >>No
comprendes que quien se venga, un día, será
castigado por el Señor?
Y, si sorprendía a uno comiendo con ansia y en
demasía o bien abatido por una indigestión,
respondía:
-Mira: los animales, que son unos animales,
sólo comen lo que necesitan y nada más; y ítú
quieres perder la salud de esta manera! El que no
sabe frenar la gula no es hombre; la gula es madre
de mil vicios. >>Quieres morir joven?, >>quieres
acabar tus días en un hospital?
Sucedió en una ocasión que llegó un muchacho,
recogido en mitad de la calle, que no quería ir a
trabajar durante las primeras semanas. Al pasar
junto a ella la esquivaba; pero ella le llamó y le
dijo:
-Tú no quieres trabajar; quieres comer a costa
de los demás. Pues, mira: cuando seas mayor y
salgas de aquí, no te quedará más remedio, para
vivir, que robar o ser un asesino: ese es tu
porvenir.
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Intentaba el muchacho apostrofado escabullirse,
pero la buena madre reteniéndolo, continuó:
->>Ves allí el Rondó?; -y le señalaba el lugar
cercano donde ejecutaban a los sentenciados a
muerte-. íQuizá te está esperando allí la horca!
íPobre desgraciado! Créeme; mira por ti mismo.
Y el muchacho rompió a llorar. Entonces
Margarita, con voz cariñosa, añadió:
-Pero todo tiene remedio, >>sabes? Si quieres
ser bueno, es fácil. Desde hoy sé obediente,
respeta a tus superiores y ponte a trabajar.
íComienza por rezar bien, comienza por rezar bien!
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