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((**Es3.283**) <((**It3.363**)) nosotros salíamos del comedor cada vez con más deseos de ser buenos>>. También por este motivo don Bosco sentaba a su mesa los domingos a los dos que le habían ayudado la misa, por turno, durante la semana; después de la comida se acercaban a él para darle las gracias y siempre recibían un buen consejo que les dejaba imborrable impresión. Puesto que hemos mencionado el refectorio diremos cómo, ya desde 1848, hablaba de un proyecto que años más tarde refería comiendo con sus primeros internos. El joven Santiago Bellia, que vivía con su familia en una casa cercana al Oratorio, después de la comida iba corriendo a llevar a don Bosco las revistas católicas, los Anales de la Propagación de la Fe y los de la Santa Infancia. Sentándose cerca de la mesa, leía en alta voz aquellos fascículos que tanto interesaban a don Bosco, el cual, después de oír la narración de las gestas de los misioneros, muchas veces exclamaba: -íOh!, si yo tuviese muchos sacerdotes y clérigos; los mandaría a evangelizar la Patagonia y la Tierra del Fuego. >>Y sabes por qué, amigo Bellia? íAdivínalo! -Quizás porque es donde más necesidad hay de misioneros, contestaba Bellia. -Lo has adivinado; porque estos pueblos han sido hasta ahora los más abandonados. Ya don Bosco se sentía entonces atraído por la Providencia hacia aquellas remotas regiones. -Era el tipo del sacerdote santo, exclamaba don Ascanio Savio. (**Es3.283**))
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