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cepillaba la ropa, les arreglaba la cama
desarmada, barría las salas y la iglesita. Su
madre encendía el fuego y él iba a buscar agua,
cernía la harina de maíz o acribaba el arroz. A
veces desgranaba los guisantes y mondaba las
patatas. Preparaba frecuentemente la mesa para sus
huéspedes y fregaba los cacharros y las ollas de
cobre que, en ocasiones, pedía prestadas a algún
vecino benévolo. Según iba haciendo falta,
fabricaba o arreglaba algún banco para qeu los
muchachos pudieran sentarse, y
partía leña.
Para ahorrar gastos de sastrería, cortaba y
cosía pantalones, calzoncillos, chaquetas y, con
ayuda de su madre, en dos horas tenía hecho un
traje. De noche, mientras ((**It3.360**)) dormían
los muchachos, pasaba por las habitaciones
recogiendo las prendas que les había visto rotas y
hacía los arreglos que necesitaban.
Si uno caía enfermo, llamaba enseguida al
médico y proveía cuanto fuere necesario; él mismo
lo asistía y servía de enfermero. Si no podía,
destinaba un compañero para prestar tan caritativo
oficio, siendo el primero Félix Reviglio; y,
siempre que podía, acudía a su cabecera a
visitarlo, lo mismo de día que de noche.
Contaba el genovés Cigliutti algunos años más
tarde a Juan Villa: <>.
Don Bosco hablaba frecuentemente y con gusto de
aquellos años primeros, que constituían uno de los
más hermosos recuerdos de su fantasía. Narraba
cómo él mismo hacía a veces el rancho, y
contentaba a los muchachos con un gasto dos veces
menor del ordinario. Los jóvenes quedaban
embelesados al verlo con su mandil haciendo de
cocinero. Comían aquel día con más apetito. Les
parecía que la sopa y la polenta, preparada por
don Bosco, tenía un sabor exquisito y repetían
varias veces. Constituían un agradable manjar las
amables bromas que les gastaba.
-Toma, toma, amigo, decía a uno; como con
apetito que lo he hecho yo.
-Haz honor al cocinero y come mucho, repetía a
otro.
-Quisiera darte un buen pedazo de carne, si lo
tuviera, añadía a un tercero; pero déjalo de mi
cuenta... que, apenas encuentre un buey sin dueño,
quiero celebrarlo.
Y con estas y otras ocurrencias, ((**It3.361**)) que le
eran muy fáciles, sazonaba
(**Es3.281**))
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