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((**Es3.28**) antes del mediodía. Más tarde, cantadas por nuestros alumnos franceses, fueron la delicia de algunas iglesias en aquella generosa nación. Junto con las Completas iban los siete Salmos Penitenciales y las Letanías de los Santos que se recitaban después de la misa en las fiestas de San Marco y durante los tres días de rogativas, cuando hubo alumnos internos en el Oratorio. Finalmente ponía los salmos, himnos y versículos de las vísperas para todos los domingos y las fiestas del Señor y de la Virgen, de San José, de los Angeles, de los Apóstoles y de los Santos principales. Omitió las antífonas para disminuir el volumen del libro y porque éstas debían ser cantadas solamente por el coro. Para ello se proveyó de un antifonario y, con toda paciencia, comenzó a enseñar las notas musicales a algunos muchachos. José Turco le sorprendió una tarde mientras daba la lección a tres de sus alumnos: tenía en la mano un caramelo y se lo enseñaba como premio para el que cantara mejor la antífona: Dixit pater familias. No podía don Bosco completar su libro mejor que añadiendo una serie de cánticos religiosos. Entre los de la Virgen intercaló uno dedicado al sagrado Corazón de María, original de Silvio Péllico, y otro a la Virgen de la Consolación, que los muchachos cantaban en muchas ocasiones, especialmente cuando iban en procesión, dos veces al año, a visitar el famoso Santuario a Ella dedicado (La Consolata). Frecuentemente los hacía cantar en el patio; y siempre se entonaba alguna estrofa al entrar y salir de la iglesia, para cubrir ((**It3.21**)) el desagradable rumor producido por el movimiento de tantos. Y lo mismo se hacía antes de las oraciones de la noche para romper el murmullo inevitable al amontonarse los muchachos. También quería don Bosco que se cantase durante la comunión, dado que los que no comulgaban no hubieran mantenido perfecto silencio, por la ligereza de sus años. Y era algo encantador oír a aquellos centenares de voces juveniles cantando. Parecían repetir: Cantabiles mihi erant / justificationes tuae in loco peregrinationis meae. (Tus preceptos son cantares para mí, en mi mansión de forastero) 1. Por cuanto hemos dicho se puede juzgar el espíritu de piedad que animaba a don Bosco y cómo sabía comunicárselo a sus alumnos. Al escribir estas páginas, sólo hemos tenido en cuenta la primera edición de El Joven Cristiano. Cuando hablemos de las ediciones 1 Salmo CXVIII, 54(**Es3.28**))
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