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narraba algún hecho edificante o los entretenía
con alguna breve instrucción, para inculcar los
principios de la piedad y de la moralidad. Siempre
alerta para que sus jóvenes no se escandalizaran
con ningún mal ejemplo, les recomendaba fueran
cautos al salir del Oratorio y al volver, y
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evitaran las malas compañías: Valdocco era uno de
los lugares más deshabitados y peligrosos de la
ciudad. Les enseñaba también el modo de
comportarse con sus jefes. Les insistía para que
aprendieran bien el oficio con el que deberían
ganarse el sustento. Y añadíales:
-La oración es lo primero; y con la oración el
trabajo: el que no trabaja, no tiene derecho a
comer.
Pero insistía mucho en que practicaran con
fidelidad los ejercicios de piedad, sin pensar en
las necesidades del trabajo. Les inculcaba, y lo
conseguía, que se distinguieran por su devoción en
la iglesia, por su diligencia y docilidad en los
talleres y por su conducta moral en todo. Les
disipaba, además, cualquier impresión menos buena
que hubieran podido recibir durante la jornada.
Por eso se informaba de lo que habían oído o si
habían corrido algún peligro; él sabía corregir
maravillosamente las
razones de pie de banco oídas y aconsejar
oportunamente para preservar de todo escándalo.
Les prevenía contra los posibles errores del día,
enseñándoles a replicar a los que disparataban en
materia de religión. Y en su empeño de educarlos
cada vez mejor, los amaestraba sobre las grandes
solemnidades y les hacía, en sus vísperas, un
esbozo de la fiesta que se iba a celebrar, así
que, casi sin advertirlo, sus ánimos se embebían
en el espíritu de la Iglesia.
No dejaba pasar una fiesta del Señor o de la
Virgen sin prepararles a celebrarla devotamente,
recibiendo los santos sacramentos.
La frecuencia de éstos era el fin principal de
todas sus santas industrias; por eso, antes de la
misa, no permitía ningún juego; daba toda suerte
de facilidades para confesarse; todos los días
comulgaban algunos y los domingos casi todos los
que asistían a misa. Don Bosco había establecido
el principio: <((**It3.355**)) misa
diaria son las columnas que deben sostener un
centro de educativo>>.
Ponía además un cuidado especial en que los
muchachos se formaran idea exacta de las
indulgencias y la manera de lucrarlas; y, unos
días antes de las distintas solemnidades,
anunciaba qué indulgencias se podían ganar,
indicando, además, cuándo eran aplicables a las
benditas almas del purgatorio.
Otro medio eficacísimo fue el Ejercicio de la
Buena Muerte.
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