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((**Es3.272**) Después de éstos, en el año 1848 don Bosco metía en su casa otros cinco muchachos muy necesitados, tomando en alquiler otra habitación, a un precio exorbitante, ya que todavía no estaba la casa libre de todos los antiguos inquilinos. Así que el número total de recogidos llegó a quince. Comenzó, mientras tanto, a dedicar a un santo cada uno de aquellos pobres dormitorios, o familias como él los llamaba entonces, para que los muchachos se animaran cada vez más a las prácticas de piedad y religión. Y ((**It3.347**)) fueron los primeros: San Juan, San José, Santa María, el santo Angel Custodio. Su madre, que veía crecer el número de recogidos y que, si quedaba un puesto vacante, inmediatamente era ocupado por otro muchacho, preguntaba a menudo a don Bosco: ->>Y qué les vas a dar de comer, si no tenemos nada? Y don Bosco bromeando respondía: -Les daremos alubias: no se preocupe de ello. Le dijo otra vez: -Si sigues siendo siempre el mismo y me traes a casa chicos nuevos cada día, no va a quedarte nada para cuando seas viejo. -Siempre me quedará, respondía don Bosco, un puesto en el Hospital de Cottolengo. Pero si ésta mi empresa es obra de Dios, irá adelante. Y Margarita confiaba tranquila en la palabra del hijo, puesto que era testigo de los continuos milagros de la Divina Providencia. (**Es3.272**))
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