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a sus gritos. El hijo, escondido siempre en el
árbol, escuchaba aquel poco agradable diálogo, y
temía ser descubierto por algún ojo que mirase al
árbol. Don Bosco y los muchachos que ignoraban la
proximidad de su compañero, aseguraban, con toda
verdad, a su madre, que no les creía, que no lo
habían visto. Cuando la madre se marchó empezó a
respirar su hijo, y esperó a bajar del árbol,
hasta que terminaron las clases y se marcharon los
muchachos. Bajó entonces al suelo y, atravesando
el patio desierto, fue a llamar a la habitación de
don Bosco. El buen sacerdote, sorprendido al verlo
y, oído el relato de lo sucedido, lo recogió y
aceptó en su casa, hizo que su madre le
suministrara pan y cena y ((**It3.343**)) le
asignó una cama para descansar aquella noche. A la
mañana siguiente se encontró el joven con su madre
que volvía en su busca, pero obtuvo pleno
consentimiento para quedarse en el Oratorio. Se
llamaba este muchacho Félix Reviglio y llegó a ser
doctor y párroco de su propia parroquia de San
Agustín. Fue examinador prosinodal y es él mismo
quien nos ha hecho la descripción de este suceso.
Desde el principio y durante todo el año 1848,
se dedicó a aprender el oficio de encuadernador.
Las delicadezas, entonces por él desconocidas de
la caridad le habían cambiado del todo. Como tenía
mucho corazón e ingenio, y eran de una piedad viva
y ardorosa, de vez en cuando hacía admirables
discursitos a sus compañeros. Y al poseer una
natural inclinación para la música, la aprendió a
las mil maravillas. Recibió las primeras lecciones
de piano del mismo don Bosco y llegó a ser un buen
organista y su brazo derecho en las salidas y
fiestas musicales.
También merece que tengamos aquí un recuerdo
especial de otro de los muchachos recogidos el
1848.
Entró don Bosco un día en una barbería de Turín
para afeitarse. Se encontró allí con un aprendiz
y, según su costumbre, le dirigió enseguida la
palabra para ganárselo para su Oratorio festivo.
->>Cómo te llamas, amigo?
-Me llamo Carlitos Gastini.
->>Viven tus padres todavía?
-Solamente mi madre.
->>Cuántos años tienes?
-Once.
->>Has hecho ya la primera comunión?
-Todavía no.
->>Vas a la catequesis?
-Voy siempre que puedo.
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