((**Es3.26**)
jaculatoria a Dios y a vuestro abogado San Luis. -
Si no podéis libraros de una tentación,
santiguaos, besad una medalla bendecida, invocad a
María, o bien a San Luis, diciéndole: San Luis,
haced que yo no ofenda a Dios. - Al acercaros al
sacramento de la confesión, decid: Virgen
Santísima, San Luis Gozaga, rogad por mí para que
haga una buena confesión. - Y añadía: invocad a
San Luis para hacer una buena comunión y sacar
mucho fruto de ella. - Rezad al acabar la misa una
Salve a María Santísima y un Padrenuestro a San
Luis para que os ayude a cumplir vuestros
propósitos, especialmente el de evitar las malas
conversaciones. Decid durante el día la
jaculatoria: Virgen María, Madre de Jesús, y San
Luis Gonzaga, hacedme santo.>>
Finalmente, añadía una oración a San Luis,
después de las oraciones de la mañana y de la
noche, para alcanzar su protección en la vida y en
la hora de la muerte.
((**It3.18**)) De este
modo ponía don Bosco a San Luis ante los ojos de
los muchachos, se lo colocaba a su lado, para que
continuamente se entretuviesen con él, lo mismo
que con un compañero y amigo, para que viviesen
con él la vida del paraíso y para que, rodeados
del perfume de sus virtudes, sintiesen aversión a
lo que de alguna forma pudiera empañar la pureza
del alma. Así los preparaba también para seguir
la voz de Dios como había hecho San Luis, y así
los elegidos podían abrazar con seguridad la vida
religiosa cuyo decoro, sustancialmente
indispensable, es la castidad. En efecto,
escribió en el octavo día de la novena a San Luis:
<>. Y también
había escrito este aviso en la meditación del
infierno: <>qué haces?>>.
A más, a fin de que el que poseyera la gracia
de Dios no la perdiese y quien la había perdido la
reconquistase lo antes posible, he aquí una
práctica conmovedora por él establecida; el
Ejercicio de la Buena Muerte.(**Es3.26**))
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