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y por eso escribió unas brevísimas consideraciones
para cada uno de los quince misterios. Hacía
recitar la tercera parte del rosario cada día de
fiesta, animando fervorosamente a sus muchachos
para que siguieran rezándolo en sus casas, a
diario, a ser posible. El, mientras estuvo solo,
rezaba diariamente la tercera parte con su madre;
después, al juntarse los primeros muchachos
asilados, se rezaba diariamente durante la santa
misa. Desde que se abrió el Oratorio de Valdocco
hasta nuestros días, resonó esta oración tan
querida de María y tan eficaz en las horas
angustiosas de la Iglesia, dentro de su querido
recinto, al despertar de cada aurora. Sólo una
vez al año, por la tarde de Todos los Santos, se
recitó siempre por entero el rosario en sufragio
de las almas del purgatorio; y don Bosco no dejó
nunca de participar, arrodillado en el presbiterio
y dirigiendo él mismo, a menudo, la plegaría.
Añadió, además, a estos actos piadosos en honor
de la Madre de Dios los dos opusculitos ya
impresos años antes: Los dolores de María
Santísima y Los siete gozos de María en el Cielo.
Algunos años después, un grupo de muchachos que se
distinguían por su piedad, iban todos los domingos
a la capilla para recitar, después de las
funciones de la tarde, estos gozos ante la imagen
de María, y así se siguió haciendo hasta 1867.
Frecuentemente se veía a don Bosco con ellos,
animándoles con su ejemplo.
Resulta fácil comprender que todas las
devociones que don Bosco recomendaba no tenían más
fin que el de hacer a sus muchachos semejantes a
los ángeles, con una vida inmaculada: Erunt sicut
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Angeli Dei in coelo! (íSerán como los ángeles de
Dios en el Cielo!). Añadía después a El Joven
Cristiano otros opúsculos, que habían sido
impresos por separado: Ejercicio de devoción al
santo Angel Custodio y Los seis domingos y la
novena de San Luis Gonzaga.
íLos Angeles, protectores de la juventud; San
Luis su modelo! Los seis Domingos del angelical
joven se celebraron en la capilla desde los
primeros tiempos, y don Bosco exhortaba a todos a
hacer la novena en sus casas. El día de la Fiesta
se celebraba una hermosa procesión. Cita él los
ejemplos de este Santo imitados por Comollo, y los
recuerda a los muchachos contantemente,
sugiriéndoles su invocación:
<<-La obediencia a vuestros padres es lo mismo
que la obediencia a Jesucristo, a María Santísima
y a San Luis. -Examinad cómo os portasteis hasta
ahora en vuestras oraciones y procurad ser cada
día más fervorosos, sobre todo rezando diariamente
alguna(**Es3.25**))
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